VIRANDO A BABOR

El infarto de mi amigo

Miguel Miranda

Miguel Miranda

Para mi amigo el comienzo de la campaña electoral ha sido de infarto, pero textualmente. Acabó, tras el correspondiente cateterismo, en la magnífica Unidad Cardiaca del Miguel Servet. Y mi amigo habla y no para de la maravillosa atención recibida desde que entró por la puerta de Urgencias del Clínico hasta el Miguel Servet, ambulancia del 061 entre medio. Me cuenta de la amabilidad de todo el personal, de su competencia técnica y sobre todo, del Servicio de Cardiología del Miguel Servet, un servicio excepcional fruto de muchos años de experiencia y de entrega de sus profesionales. Y él que es de mucho sugerir, no tiene otra sugerencia distinta a que sigan así ofreciendo tanta calidad asistencial a los aragoneses. Y él, que gusta de la buena mesa, me habla bien hasta de los cocineros, que a veces son los grandes olvidados. Mi amigo, que siempre fue un entusiasta defensor de la sanidad pública, ahora que ha sido paciente, y grave, ha visto refrendadas sus convicciones y me dice que de eso es de lo que hay que hablar en la campaña electoral, de qué van a hacer con los Servicios Públicos que están entre sus competencias. Que allá los vascos lo que voten y el uso de la democracia que hagan, que ya vale, que aquí lo que nos interesa conocer son los planes para resolver problemas, para fortalecer lo que funciona bien y mejorar lo mejorable, que le mosquea y mucho, resucitar a ETA cada vez que hay elecciones. Que le irrita esta preferencia de Azcón de optar siempre por lo privado, cuando aspira a gestionar lo público y erre con erre con la enseñanza concertada, con los hospitales privados y con los campos de fútbol privatizados. Visto lo que hace el PP cuando puede, está seguro de que acabaría con un patrimonio tan valioso como el Servicio de Cardiología, por ejemplo. Él preferiría concreción y claridad. Cuando otros dicen eso de «con voz propia» me pregunta que para qué. Porque con voz propia se pueden decir cosas muy interesantes... o no.

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