COSAS QUE PASAN

Concepción Arenal, la calle arrasada

Margarita Barbáchano

Margarita Barbáchano

Este titular podría ser un agudo relato de la insigne escritora, feminista y periodista gallega Concepción Arenal. Pionera de la emancipación de la mujer en España y que con 21 años tuvo el brío suficiente para entrar como oyente, y disfrazada de hombre, en la facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Liberal y progresista, pocas cosas se le ponían por delante en pleno siglo XIX.

Si esta mujer viera hoy, cuatro siglos más tarde, que una calle que lleva con orgullo su nombre se encuentra arrasada por unas obras paralizadas, desde el 23 de noviembre, que comenzaron, por absurdos problemas de contratas, burocráticos y jurídicos seguro que se arremangaría las faldas y denunciaría esta situación en el periódico Iberia donde solía colaborar.

Pero la realidad es a veces incomprensible y suceden atropellos a la ciudadanía como este que el Ayuntamiento de Zaragoza es incapaz de solucionar ni siquiera en plena campaña electoral, para vergüenza del PP. Y ahí sigue la pequeña calle situada en la zona Universidad, en un barrio cercano a la céntrica Gran Vía y Fernando el Católico, abierta en canal, vuelta a cerrar, sin asfaltar, con los empalmes del agua y de la luz colgando al exterior de las fachadas cubiertas de polvo, vallada de extremo a extremo, y con sus sufridos vecinos y residentes (29 portales y 12 locales comerciales) soportando una calle destrozada por la desidia municipal. Y, lo más grave, con la incertidumbre de cuándo se van reanudar las obras y terminar con este mal sueño en el que les ha metido una Administración pública irresponsable.

Porque hay que decirlo alto y claro (como cuando los políticos de turno hablan en campaña llenos de energía a los micrófonos para soltar mentiras, una detrás de otra): la responsabilidad primera y última de que las calles sean intransitables y peligrosas es del ayuntamiento. A los vecinos hay que darles servicio y seguridad que para eso pagan impuestos.

El cuento empezó hace siete largos meses cuando se cerró esta calle bajo la idílica promesa de su reforma integral. Ya saben: calles pacificadas, a cota cero, con bancos para sentarse, y de vez en cuando un arbolito para dar sombra cuando crezcan, fuera coches y solo badenes para carga y descarga. Por fin, Concepción Arenal sería una calle bonita, tranquila y acorde con las reformas que se han hecho justo en la cercana calle Marcial, por poner un ejemplo. Por fin, desaparecerían esas ridículas aceras donde solo se puede pasar de uno en uno y sorteando los cubos de basura cuando toca sacarlos a la calle.

Pues nada, el sueño y el contento de residentes y locales comerciales (incluso hay una escuela de fotografía y una galería de arte) se acabó; y se oye por los corrillos que se queda inacabada la intervención. Estoy segura de que esta chapuza intolerable en el siglo XIX ya se hubiera solucionado con mujeres bravas y comprometidas con su época, como Concepción Arenal, y con alcaldes que saben solucionar los problemas de la gente y no alargarlos; aunque no residan en «zona de gente bien».

Suscríbete para seguir leyendo