Sala de máquinas

El PP da la sorpresa

Juan Bolea

Juan Bolea

El voto municipal ha estado en Aragón claramente decantado a la derecha, lo que equivale a afirmar que el habitante de las grandes y medianas ciudades ha optado por opciones conservadoras. El territorio, en cambio, ha sido otro cantar, demostrándose, matizadamente, que el ciudadano rural ha distribuido más repartidamente sus apoyos, sin olvidar tanto las opciones de izquierda menos hegemónicas ni los partidos nacionalistas.

Asimismo, la clara polarización que ha caracterizado estas elecciones, tanto consistoriales como autonómicas, en todo el país, se ha materializado, por lo que a Aragón respecta, en mucha mayor medida en las ciudades que en los pueblos. Dicha y centrípeta tendencia, concentrada en un cara a cara entre socialistas y populares, ha centrifugado otras opciones, en especial aquellas que, desde una izquierda más alternativa o radical, o desde el aragonesismo, venían proponiendo ideas o propuestas al margen de los dos grandes partidos. La desaparición de Ciudadanos, el descenso de Unidas Podemos y del PAR, los tres diputados de Chunta Aragonesista y el solitario representante de Izquierda Unida reservan en las Cortes de Aragón un espacio que, paradójicamente, resultaba desde hacía más de una legislatura menos visible que decisivo en determinadas operaciones, comisiones o votaciones de investidura.

Ciertamente, el éxito del Partido Popular se debe a otras razones, además del mencionado fenómeno de la resurrección del bipartidismo. Los pactos políticos de Pedro Sánchez con Bildu, Esquerra y Compromís han hecho mucho daño en un Aragón harto de concesiones a estos sediciosos e insolidarios grupúsculos.

Los candidatos del PP, con un Jorge Azcón activo y próximo, han recogido el voto de Ciudadanos, el de una parte del PAR, y han movilizado a fondo a los suyos. Les tocará ahora, para formar gobiernos, negociar con Vox, cuyo sorprendente resultado se ha apoyado en el sufragio joven y en un votante nada satisfecho con el actual sistema político.

Sesgo sorprendente y claramente conservador en un Pignatelli y en grandes alcaldías. El Gobierno aragonés cambia de rumbo, ya veremos hacia dónde, si con una bandera o con dos, y con qué capitanes en la cabina de mandos.

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