CRUCE DE CAMINOS

Azcón, Vox y las líneas rojas

El PP está obligado a levantar un dique de contención para mantener un rumbo propio y frenar políticas dañinas para Aragón

Ricardo Barceló

Ricardo Barceló

"Vox tiene que madurar todavía y debe seguir en la oposición». Las palabras del presidente del PP aragonés, Jorge Azcón, retumban una semana después de que los populares consiguieran imponerse al PSOE en las elecciones autonómicas y municipales que provocaron un vuelco político en Aragón. Fue en el debate organizado por este diario, el pasado día 23 de mayo, donde se confirmó la incomodidad que al líder popular le provoca el partido de la ultraderecha. Pero la aritmética es irrefutable y le empujará, tarde o temprano, a llegar a acuerdos con el partido de Santiago Abascal, a no ser que quiera llevar su estrategia de mantener a raya a Vox hasta las últimas consecuencias. Y eso sería tan valiente como arriesgado. 

Los 28 diputados que le otorgaron las urnas al PP son insuficientes para gobernar la comunidad con cierta comodidad durante los próximos cuatro años, aunque la primera reválida, la investidura de Azcón como presidente, pueda resultar algo más sencilla que lo tendría que afrontar a partir de ese momento. La pregunta, en cualquier caso, es: ¿dónde fijará el presidente del PP en Aragón las líneas rojas en su relación con Vox para desarrollar políticas que verdaderamente impulsen a la comunidad?  

La aritmética es irrefutable y empujará al PP, tarde o temprano, a llegar a acuerdos con el partido de Santiago Abascal, a no ser que quiera llevar su estrategia de mantener a raya a Vox hasta las últimas consecuencias

El todavía alcalde de Zaragoza en funciones ya se ha manejado en ese pantanoso terreno con Vox en el consistorio de la capital aragonesa. Esta formación no entró en el Gobierno municipal, pero sí fue una muleta imprescindible para aprobar los presupuestos de la ciudad. Azcón supo gestionar con cierta solvencia esa convivencia, también gracias a la aquiescencia de los concejales Julio Calvo y Carmen Rouco. Pero ahora el escenario es bien distinto porque Vox quiere tocar poder y porque la presión que imprimirá Santiago Abascal desde Madrid será mucho mayor.

El planteamiento político de Vox, al que han votado más de 70.000 aragoneses --muchos de los cuales quizá ni siquiera hayan reparado en las cuestiones nucleares que recoge su programa– incluye, entre otras propuestas, el cierre de organismos del sector público y de aquellos que realizan funciones «inútiles» como el Instituto Aragonés de la Mujer (IAM) y el Observatorio de Violencia sobre la Mujer, algo que se encuadra en la reducción del gasto «ineficaz» que proclama su ideario. Además, aboga por derogar todas las leyes «sectarias e ideológicas» de la izquierda, según afirmó el candidato de Vox a la presidencia de Aragón, Alejandro Nolasco, en una entrevista publicada hace unos días por este diario. Esta formación también proclama un Plan Hidrológico Nacional para que el agua llegue «al último rincón de España», según afirmó Abascal en un acto organizado en Cartagena (Murcia). La ley trans, la ley de Memoria Democrática de Aragón y el Instituto Aragonés de la Lengua también estarían en peligro. Son tan solo algunas pinceladas que se plantean pero que el PP tratará de frenar por todos los medios. Otra cosa es que pueda hacerlo.

El horizonte, por tanto, no es el mejor para Jorge Azcón, ya que, aunque su intención es cerrar el paso a los postulados de la ultraderecha, no cuenta con los votos suficientes –ni sumando los del Aragón Existe y PAR— para lograr una mayoría que le permita sacar adelante proyectos legislativos tan importantes como los presupuestos de la comunidad. Esta, en definitiva, es la gran encrucijada a la que se enfrenta el PP en Aragón, que ha logrado sumar 12 diputados (los mismos que ha perdido Ciudadanos) a los conseguidos en los comicios de 2019. Hace cuatro años, el cuatripartito formado por PSOE, PAR, Podemos y CHA, sellaron un acuerdo de investidura y gobernabilidad para toda la legislatura, algo que parecía, a priori, imposible. 

La intención de Azcón es cerrar el paso a los postulados de la ultraderecha pero no cuenta con los votos suficientes para lograr una mayoría que le permita sacar adelante proyectos legislativos tan importantes como los presupuestos

Además, se da la circunstancia de que España afronta el próximo 23 de julio unas elecciones generales en las que cualquier movimiento en las comunidades en las que los populares aspiran a arrebatar el poder al PSOE puede está condicionado por la cita electoral. Hasta ese día todo pueden ser fuegos artificiales, pero lo que ocurra a partir de entonces es responsabilidad exclusiva del PP aragonés. Confiemos en la política.