Diez años después

Ángela Labordeta

Ángela Labordeta

Los Rodríguez cantaban eso de «diez años después quién puede volver atrás» en un tema lleno de sugerentes versos como «si perdí la razón no fue por amor, fue por soledad. Estamos en la tierra cuatro días y el cielo no me ofrece garantías. Diez años después mejor dormir que soñar. Diez años después mejor decir que callar…». No sé por qué al analizar todo lo que está sucediendo en estas últimas horas con el proceso de Sumar, de Yolanda Díaz, pensé en esta canción, supongo que me vino a la cabeza porque diez años después no se puede volver atrás y eso es algo que Unidas Podemos debiera haber entendido y que parece que no ha comprendido a pesar del inmenso batacazo electoral y de los bandazos que su gente va dando con despedidas sentidas, en algunos casos, y en otros haciendo uso de ese último cartucho con el que algunos creen que se pueden volar todas las posibilidades y así crear ficción dentro del relato de un fracaso.

Diez años después del 23 de julio sabremos qué pasó con Sumar, que nace como un ensayo de laboratorio en un momento en el que la suma de la izquierda es necesaria para tener una opción de frenar al Partido Popular y a Vox, pero solo diez años después sabremos si esa fórmula pudo sostenerse ante esa amalgama de partidos que llegan a la confluencia cada uno de ellos con sus heridas, sus siglas y todo lo que los partidos anteponen cuando se trata de ellos o de hacer política. En general, lo primero son ellos; luego ya hablaremos del resto.

La fórmula, si hubiera generosidad, tendría que funcionar, pero la generosidad se ocultó hasta el último segundo en unas negociaciones que han resultado ciertamente esperpénticas, porque han fabricado excesivos estereotipos de esos que son humo, resultado de un fuego que en su momento fue poderoso y dio calor a miles y miles de ciudadanos.

Hay que darse la enhorabuena porque al final el pacto se ha hecho realidad, incluidas y necesarias Unidas Podemos, y desde estas líneas mi enhorabuena a Yolanda por su persistencia, por su arrojo, su valor y esa activa soledad con la que ha sabido generar confianza, no sé si ilusión porque la desilusión se ha anclado en nuestros corazones ante tanto griterío.

Pero sobre todo le deseo que con su empeño consiga truncar esa insistente realidad de que uno más uno no siempre suma dos, algo que de sobras hemos aprendido en esta vida que tan concienzudamente nos retrata en todos y cada uno de nuestros fracasos. Que el éxito y la cordura acompañen a Sumar.

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