El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

Sala de máquinas

Juan Bolea

Yolanda y los árabes

La entrada de los saudíes en el accionariado de Telefónica ha cogido por sorpresa al propio presidente, José María Álvarez—Pellete, ignorante, (si hemos de creerle), de lo que se estaba tramando. Un banquero listísimo, Al Angari, había empezado a comprar acciones de tapadillo, hasta, como por arte de magia, reunir el 9% de la compañía y convertirse en el principal accionista poniendo sobre la mesa 2.100 millones de euros.

El Gobierno español (de creer a sus portavoces), tampoco se había enterado de nada. Quizá por eso su vicepresidenta Yolanda Díaz, aunque a Pedro Sánchez y a Nadia Calviño parezcan molarles los petrodólares, se ha opuesto a la operación e intentará frenarla. Tendrá enfrente al PSOE, al PP, a la mayoría de las Cámaras, a la propia Telefónica y al jeque saudí Mohamed bin Salman, que es quien paga.

Esta lucha desigual que enfrenta al capitalismo global contra una ministra de ideología comunista no hace sino poner de manifiesto el poder de esas enormes corporaciones (en este caso el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí) a la hora de sojuzgar los viejos mercados y abrir nuevos borrando fronteras, unificando monedas y valores, simplificando transacciones, fusiones, alimentando fondos buitres y contribuyendo a desequilibrar todavía más las diferencias entre clases sociales y países ricos y pobres, pues ningún financiero que se precie invertirá capital para perderlo... a menos que no le den algo a cambio con el precio de esa moneda intangible que los lobos de las finanzas llaman «influencia».

De los saudíes no gusta su patriarcalismo y machismo, los velos con que obligan a cubrirse a mujeres sin derechos ni futuro, pero a muchos les encanta su dinero y de ahí que Bin Salman, en cuyas dependencias diplomáticas fue descuartizado el periodista Jamal Khashoggi, en cuyas cárceles se pudren sus opositores, en cuyas arcas crece la altura de los lingotes de oro sea reconocido, celebrado, apoyado por el G-20, por los Estados Unidos, por la Unión Europea y, ahora, por la propia España…

Sólo Yolanda Díaz les ha salido contestona. ¿Conseguirán los saudíes echar el velo también a su voz?

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