Opinión

Lotería

‘Yo he hecho lo que he podido, Fortuna lo que ha querido’ (Lope de Vega)

La palabra «lotería» (neologismo proveniente del italiano, lotteria) deriva de lote: Cada una de las partes en que se divide un todo que se ha de repartir entre varias personas. Y también (antiguamente): Lo que le toca a cada uno en la lotería u otros juegos en los que se sortean sumas u objetos varios.

La lotería es un juego público que en España constituye una de las rentas del Estado. Siendo la lotería de Navidad (22 de diciembre) y la del Niño (6 de enero) una tradición muy arraigada en España, este juego se remontaría incluso a fechas tan remotas como las del Diluvio Universal. Y es que la tradición sostiene que los hijos de Noé, para hacer más llevaderos los días de confinamiento en el arca construida por su padre, inventaron un juego de azar que, para algunos, sería el antecedente de la lotería: la morra.

Un juego, por cierto, todavía muy popular en muchos pueblos aragoneses.

Ya en tiempos de la Antigua Roma, la lotería se jugaba solamente (los juegos de azar estaban prohibidos por la ley) durante las fiestas denominadas Saturnalia (celebración del solsticio de invierno que tenía como finalidad honrar a Saturno, dios de la siembra y para ayudar al sol a remontar al cielo) las cuales se celebraban en diciembre, en fechas prácticamente idénticas a las de la Navidad cristiana.

La lotería saturnal romana consistía en que los adinerados anfitriones repartían una cantidad de billetes a los convidados a sus banquetes, los cuales si sus boletos salían premiados, ganaban algo de importancia o de mérito; es decir, las personas afortunadas eran elevadas al rango de VIP por mera cuestión de suerte.

Y si en tiempos del discreto emperador Augusto, el fundador de Zaragoza, se hacían extracciones de poco valor, el histriónico Nerón (37-68 d.C.) para halagar al pueblo rompió todas las reglas y repartía participaciones de lotería cotidianamente, con la finalidad de que, en medio de la pobreza en que se hallaba inmersa la población de Roma, cundiera en las desconsoladas familias la esperanza de que fuera la suerte quien les sacara de pobres.

Ya en tiempos más recientes, algunas fuentes citan a un enigmático monje, Celestino Galiano, que en el siglo XVIII habría introducido en España el juego del Loto. Pero lo más probable es que el origen de este juego sea italiano, muy popular en Italia (con el nombre de Lotto») desde el siglo XVII.

Decisivo para la historia de la lotería en España fue el 1768 (no el número, sino el año) ya que, en aquel año, reinando Carlos III, se estableció en Madrid la Real Lotería Primitiva, o Antigua, cuya recaudación se destinaba al mantenimiento de los catalogados como establecimientos benéficos (hospitales, albergues, escuelas parroquiales…). La Lotería Primitiva consistía en extracciones, en cada una de las cuales se agraciaban por suerte 5 números de los 90 que entraban en juego. El jugador proponía la suerte o suertes preferidas, tanto en números como en promesa y pagaba su precio con arreglo a la tarifa aprobada mediante Real Decreto.

El origen de la Lotería Primitiva lo encontramos en un curioso artículo del novelista francés Alejandro Dumas –hijo– (autor de La dama de las camelias) hijo de Alejandro Dumas (autor de Los tres mosqueteros), titulado Historia de la lotería.

En dicho artículo, publicado en de 1851 (y en el que el reputado escritor se muestra firme defensor de este juego, toda vez que en Francia había sido abolido en 1836) nos recuerda que en la República de Génova fue costumbre que su gobierno estuviera constituido por 5 senadores, los cuales eran elegidos por suerte de entre 90 candidatos, cuyos nombres eran escritos en una papeleta que se colocaba dentro de una urna. Los nombres contenidos en las 5 papeletas extraídas al azar se correspondían así con los de los 5 senadores que por el tiempo convenido por la ley habrían de, colegiadamente, regir los designios de la República de Génova.

Y dicha lotería electoral seguida en Génova, fue la que sirvió de modelo al monarca Carlos III a la hora de instaurar en España la Lotería Primitiva, la cual (con evidentes variantes respecto a la Primitiva del siglo XVIII) se sigue jugando en España, al igual que la Loto.

Y curioso también es constatar que la Lotería Primitiva fue origen, a comienzos del siglo XIX, del juego del Bingo, ya que en aquel tiempo se generalizó en España un juego casero en el que se imitaba, en parte, al juego público de la Lotería Primitiva. Consistía en repartir, entre varias personas, unos cartones que contenían combinaciones numéricas hechas con 90 números que se iban extrayendo de una bolsa. Por lo general, ganaba el primero que hacía quinterno, o sea el que cubría los 5 números de una de las líneas del cartón.

Sea como fuere, la Lotería Primitiva acabaría siendo suprimida en España en 1862, pero le sobrevivió (por oposición) la Lotería Moderna, la cual fue establecida por las Cortes de Cádiz en 1811, durante la Guerra de la Independencia y cuyo primer sorteo tuvo lugar el 4 de marzo de 1812. Dicha lotería, que tenía por finalidad proveer de fondos a las Juntas Nacionales de Defensa que luchaban contra las invasoras tropas de Napoleón, destinaban a los jugadores un sustancioso premio: nada menos que el 75 por 100 del valor de los billetes.

Cantaba Marisol, allá por el año 1962, que La vida es una tómbola, tom, tom, tómbola…. Y para otros, como para Alejandro Dumas (hijo) «La vida es una lotería en la que quien no apuesta no gana». En estas estamos cuando se trata de jugar a la lotería. Y si no toca, a quienes hayan jugado siempre les quedará el poder afirmar resignada y serenamente, como ya hiciera el gran Lope de Vega (1562-1635) dando título a una de sus comedias: «Yo he hecho lo que he podido, Fortuna lo que ha querido».

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