Opinión | DELANTE DE TUS NARICES
La doctora Gascón, mi madre, se jubila
Carmen Gascón, mi madre, cumple hoy 65 años y se jubila como médica de atención primaria en el centro de salud del barrio Oliver, en Zaragoza. Cuando nací ella todavía no había terminado la carrera. La acompañé en algún concurso de traslados y en las oposiciones que aprobó, cuando estaba embarazada de mi hermana pequeña, Sara, a la que llevo casi 18 años. Durante más de una década, desde poco después del nacimiento de mi hermana Aloma, no se convocaron oposiciones (o se impugnaban). Su primer trabajo como médica fue una sustitución en Anchuras, Ciudad Real, cuando yo tenía algo más de un año. Durante mucho tiempo mi madre no tenía plaza y hacía sustituciones, casi siempre en Teruel: recuerdo una primavera en Ejulve, con la plaza del pueblo cubierta de hielo. Varios veranos estuvo en Camarena de la Sierra, cerca de Javalambre. En Cantavieja estuvimos otros dos veranos; el segundo nos íbamos a quedar unos meses más, pero le salió una plaza de interina en Urrea de Gaén. Vivimos varios años allí; nació mi hermano Jorge. Un fin de semana de cada cuatro mi madre estaba de guardia en toda la comarca, y cuando salía para atender un aviso mi hermana y yo apuntábamos los mensajes de los pacientes que llamaban. Luego la destinaron a La Iglesuela del Cid. Más tarde trabajó, ya con plaza propia, en Aranda de Moncayo y Tauste. Como la mayoría de los médicos, siempre estaba estudiando: con libros y revistas o haciendo cursos. Recuerdo mejor los momentos más dramáticos: un accidente fatal en Cantavieja, una señora muerta en Urrea, una picadura de víbora en Camarena, una vez que resucitó a un paciente, el covid. Recuerdo a compañeros y enfermeras, consultas y centros de salud. Ella acompañaba a pacientes y familia; mi hermano Diego ha heredado su vocación. Lo crucial de su trabajo era evaluar la gravedad de cada caso; a menudo debía convencer a un especialista o al propio paciente para realizar una prueba. Ha salvado a muchas personas. También recuerdo historias más humorísticas: una familia alertó de que la abuela no tenía pulso, mi madre le dio la mano: «¿Cómo está, María?», y la mujer respondió: «Bieeen». O una paciente que le decía: «Doctora, yo es que soy muy nerviosa y lo sodomizo todo». Una vez, en la plaza de Cantavieja, vi que el toro cogió a un señor y mi madre saltó a la plaza a atenderlo, con el toro todavía allí. Ante un caso –a menudo también de amigos o familia– calcula cuidadosamente las posibilidades, y a todos los que la conocen les ha impresionado alguna vez su talento para el diagnóstico. Un día en una firma se me acercó un señor: «Tu madre me atendió una vez que me caí en bicicleta por un puente. Tú no te puedes acordar, pero me salvó». Claro que me acuerdo.
Suscríbete para seguir leyendo
- Crónica del concierto de Amaral en Zaragoza: Una ‘Dolce vita’ de otro planeta
- El bonito pueblo de Huesca de tan solo dos letras que es un auténtico remanso de paz
- Adiós a las sombrillas: el nuevo invento dispuesto a cambiar los veranos en la playa para siempre
- Aquí Como en Casa', el local de comida para llevar del centro de Zaragoza donde todo tiene buena pinta
- Begoña Gómez reclama a la Audiencia de Madrid que “adopte medidas” para que Peinado no siga investigando el rescate de Air Europa
- El túnel de la A-68 bajo el cuarto cinturón de Zaragoza abrirá en verano con casi un año de retraso
- Melody, a lo bonzo: Austria gana Eurovisión frente a una España que se autoinmola por enésima vez
- Jamelli sube a Segunda con el Ceuta: 'Ya pienso en el partido con el Real Zaragoza