Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Teresa

La última y reciente gesta de la nadadora aragonesa Teresa Perales la eleva a mito viviente del deporte universal.

Ya lo era, y hace tiempo. Ganar 28 medallas en unos Juegos Olímpicos es una proeza que no está a la altura de nadie más. Si acaso, de un tal Phelps. Colgarse un bronce que brilla tanto como el oro nadando con un solo brazo, tampoco.

En mi opinión, Teresa Perales es, junto con Rafael Nadal, el más grande nombre del deporte español. Lo es por sus trofeos, desde luego, por sus récords, pero en la misma o mayor proporción por sus virtudes personales y competitivas.

La justamente célebre sonrisa de Teresa Perales no contiene un ápice de fingimiento, doblez o rencor contra las duras condiciones a que la ha sometido la vida. Muy al contrario, es sincera, contagiosa, creativa y, sobre todo, feliz. El gesto de alguien que no solo celebra una rápida carrera en la piscina, haber arañado otra centésima al cronómetro, sino una suerte de plenitud o coronación de la existencia misma, arrebolada por esa energía y alegría interior que la hacen maravillosa y única.

Al igual que Rafael Nadal, Teresa encarna un altísimo ejemplo de voluntad, superación y constancia. Un estilo, un método, un compromiso. Un fair play que, desprovisto de cargas negativas, tensiones, protestas o argucias nos deslumbra y encanta por su fortaleza moral, por su limpieza ética y por su perfecto equilibrio entre disciplina y espíritu, entre cuerpo y alma. El ejemplo que supone nuestra atleta para los jóvenes es del todo trascendente, y cuando la conocen personalmente, en cualquiera de los actos o campañas, muchas desinteresadas, en las que participa, su admiración crece con su presencia. Para los que hemos tenido la suerte de disfrutar de su amistad, Teresa es una luz, un faro para llegar a puerto cuando la zozobra del desánimo, de la rutina, del derrotismo, amenazan nuestra navegación por la vida.

¿Hasta dónde y hasta cuándo podrá seguir compitiendo Teresa Perales? ¿Participará en nuevas Olimpíadas o Campeonatos del Mundo? Es muy posible, casi seguro, pero ese futuro todavía por celebrar resulta, en el cómputo de su gloria, más o menos indiferente.

Su imagen, su ejemplo, su historia nos iluminan e inspiran cada nuevo día.

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