Opinión | erre que erre
Las joyas que deslumbran en Zaragoza

Fachada del Auditorio de Zaragoza con el nombre de Princesa Leonor / Laura Trives
El nombre da lo mismo. Que se llame Princesa Leonor no va a cambiar el sentido, sentimiento y valor que tiene el Auditorio de Zaragoza. Lleva 30 años siendo una de las joyas culturales de la capital aragonesa y lo bueno que tiene es que aquí se presume de él porque para los zaragozanos, es suyo. Lejos queda aquella obra polémica del arquitecto Pérez Latorre que, impulsada políticamente por Luis García Nieto (PSOE), costó a las arcas municipales 6.700 millones de pesetas (unos 40 millones de euros), provocó el desaire de la oposición de derechas y entre todos dejó la infraestructura dos años sin presupuesto para organizar una programación.
Pero Miguel Ángel Tapia, el gerente del auditorio durante estas tres décadas ha sabido capear todos los malos momentos y ha llevado a esta joya a que deslumbre en el panorama internacional. Empezó con Alfredo Kraus y el pasado miércoles celebró su 30 aniversario con la Filarmónica de Viena (segunda visita a Zaragoza) que llenó de belleza acústica y maravilló a toda una sala Mozart completa. El nivel al que Tapia ha conseguido llevar al Auditorio es descomunal.
Para Baremboim, Muti, Zubin Mehta, o el propio Kraus, es la sala con mejor acústica del mundo, y escuchar aquí a las mejores orquestas internacionales gracias a la programación de Grandes Conciertos es un lujo que, afortunadamente, muchos sabemos valorar, aunque cueste todavía encontrar el eco a nivel nacional de algunos de los espectáculos que pasan por aquí. El papel que el Auditorio de Zaragoza tiene no solo para deslumbrar y afinar los oídos de los zaragozanos amantes de la música, sino también para abrir camino a los músicos que estudian y trabajan en Aragón es todo un orgullo.
Como lo es esa otra joya que también está de cumpleaños en Zaragoza, aunque su aniversario es mucho mayor: el Teatro Principal y sus 225 años de vida. Es otro de esos edificios de los que los zaragozanos presumen por dar alas a la creación y al arte, pero también por el valor patrimonial del inmueble que ha permanecido casi inmutable en los últimos dos siglos. Desde el centro de la ciudad ha sido un lugar por donde no solo han pasado los mejores actores y actrices españoles y muchos internacionales, sino también maestros y maestras del ballet y la danza, cantautores en épocas complicadas y divos del pop mundial.
Ahora el homenaje a Michael Jackson (que por cierto utilizó los camerinos del Auditorio en su épico concierto en La Romareda) es todo un musical con el que la programación del teatro se pone de tiros largos. José María Turmo, el actual gerente, ha encontrado la fórmula para que el Principal siga brillando y deslumbrando y sea una casa de arte y cultura para la capital. Zaragoza tiene que seguir cuidando y mucho a estos dos monstruos de la cultura.
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