Opinión | EDITORIAL

Un impulso a la movilidad sostenible

El 28 de mayo de 2008, poco antes de la inauguración de la Expo, el Ayuntamiento de Zaragoza estrenaba el primer servicio público de alquiler de bicicletas compartidas. El proyecto nació con cifras modestas: 30 estaciones con capacidad para 300 bicicletas, un abono anual con un precio promocional de 6 euros y unos 2.000 abonados. El programa, desarrollado por la empresa Clear Channel, centraba su área de acción en torno a las riberas del Ebro y la muestra internacional. El resto de la ciudad apenas contaba con vías ciclables o con una con una infraestructura adecuada para la circulación segura de estos vehículos. Ya han transcurrido más de 16 años y Zaragoza se ha transformado, ha crecido en población, los carriles bici se han multiplicado y han aparecido nuevas opciones en la movilidad personal. El transporte eléctrico está revolucionando la forma de desplazarse por la ciudad.

Al final de esta semana las bicicletas rojas de Bizi Zaragoza desaparecerán del paisaje cotidiano de la ciudad después de superar los 30 millones de usos y recorrer sobradamente más de 70 millones de kilómetros. Comienza la implantación de un nuevo servicio que prácticamente duplicará al actual, con un total de 2.500 bicicletas de pedaleo asistido –operativas las 24 horas del día– y 276 estaciones de anclaje y recarga, que llegarán a más barrios de la capital. Zaragoza es orográficamente una ciudad ideal para utilizar este tipo de servicio con unos desplazamientos que de media no superan los tres kilómetros. Impulsar el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, también contribuye al descenso de la contaminación atmosférica y acústica.

La ampliación del servicio municipal de bicisharing debería venir acompañada de medidas que faciliten este tipo desplazamientos como la construcción de más carriles bici, la mejora de los ya existentes o el aumento de la seguridad implementando normas como la reducción de velocidad de los vehículos motorizados en zonas con alta densidad de ciclistas. Queda aún pendiente la polémica generada por la nueva ordenanza de Movilidad que entró en vigor el pasado 11 de septiembre, después de que varios colectivos ciclistas hayan recurrido el punto en el que se establece la obligatoriedad de suscribir un seguro de responsabilidad civil para poder circular en bicicleta por el municipio.

La nueva movilidad ha venido para quedarse. La progresiva concienciación social sobre el uso de transportes cada vez más sostenibles y la propia normativa que regula las zonas de bajas emisiones en las ciudades, está provocando que los vehículos de dos ruedas tomen más protagonismo en los desplazamientos diarios. Un ejemplo de ello es la campaña En bici al trabajo, incluida en la Estrategia estatal por la bicicleta, que pretende fomentar e incentivar el uso de este medio de transporte. Entre las posibilidades futuras contempla que las empresas paguen un dinero extra a los empleados que acudan en bici al trabajo, como ya ocurre en algunos países europeos.

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