Opinión
El anillo de oro de Zaragoza
Un desarrollo equilibrado, sostenible y sostenido es la única vía para que el entorno metropolitano de la capital dé un salto definitivo y se posicione como lugar de referencia

El centro de datos de Amazon Web Services (AWS) en El Burgo de Ebro / Ángel de Castro
El área metropolitana de Zaragoza vive una efervescencia que está llamada a experimentar un impulso sin precedentes en los próximos años al calor del cambio de paradigma económico que le llevará a elevar sus expectativas, pero también su población hasta superar los 100.000 habitantes. Municipios como Villanueva de Gállego, El Burgo de Ebro, La Muela, La Puebla de Alfindén, Cuarte de Huerva, Cadrete, Villamayor, Épila, Zuera y San Mateo de Gállego, entre otros, asisten a una decidida transformación gracias a la llegada de nuevas inversiones económicas y empresariales y al progresivo desplazamiento de una parte de la población de Zaragoza hacia su periferia. El fenómeno no es nuevo, ya que se ha gestado en las últimas dos décadas a raíz del éxito de iniciativas como la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza), el Parque Tecnológico de Reciclado (PTR), la ebullición del sector del automóvil y la implantación de nuevas empresas en el anillo que rodea el epicentro de la comunidad. Tanto es así que en un radio de 25 kilómetros a la redonda viven ya más del doble de personas de las que lo hacían a comienzos del siglo XXI, hace ahora 24 años.
Esta metamorfosis, no obstante, también está vinculada a otros factores que han sido protagonistas en el último lustro. En 2020, la pandemia del coronavirus llevó a muchas familias a mudarse y a optar por cambiar su vida en la ciudad y apostar por otra en el extrarradio. Las razones de esta tendencia se explican por los efectos que originó el covid pero también por las ventajas que ofrecía pasar de vivir en un piso a tener un unifamiliar a un coste más asequible. Sin duda, el precio de la vivienda es otro de los detonantes de esta lenta transformación. La tercera causa, aunque no por este orden, hay que buscarla en la búsqueda de oportunidades y empleo en un entorno que emerge como un gran nicho de puestos de trabajo.
El área metropolitana de Zaragoza, por tanto, está inmersa en una transformación mucho más profunda que no será visible en toda su dimensión, al menos, hasta el año 2030. El origen de esta nueva vuelta de tuerca está en la llegada de nuevas empresas y centros de datos de compañías tan relevantes como Microsoft, Amazon Web Services (AWS), Blackstone o Capital Energy, por citar solo algunos ejemplos. Estas podrían tener un efecto tractor en la configuración de un nuevo ‘hub’ tecnológico que el Gobierno de Aragón ha comenzado a impulsar. La pregunta es: ¿serán capaces esos grandes almacenes de datos de reconfigurar el anillo de oro de Zaragoza? ¿se creará un epicentro tecnológico que irradie alrededor de la capital?
Estos municipios emergen como grandes focos de inversión que albergan centros de datos y empresas de todos los sectores
Por lo pronto, se está produciendo un fenómeno relevante, que no es otro que la guerra por hacerse con los nudos de conexión energética y por los suelos donde se alojarán las multinacionales. Estos dos factores condicionarán el escenario que acecha a estos municipios, ya que su configuración dependerá del uso que se dé a estos recursos. La combinación entre industria (con Saica y la futura gigafactoría de Stellantis como máximos exponentes), tecnología y biotecnología (centros de datos y grandes empresas como Certest) y agroalimentación (con gigantes como BonÁrea, Grupo Jorge y Grupo Costa) puede cambiar radicalmente la realidad de los alrededores de Zaragoza porque será ahí donde se generará más empleo en los próximos años. El reparto de esa energía, esos suelos y esos puestos determinará el futuro de estos municipios que ya están en disposición de exigir como contrapartida algún retorno en forma de impuestos, de acciones de responsabilidad social con el territorio y de fomento de la formación. Es lo justo.
El futuro desarrollo del anillo de oro de Zaragoza también dependerá de en qué medida se desarrollan las conexiones con la capital aragonesa y con el resto del territorio. Los polígonos que se están levantando o que ya se encuentran operativos han de contar con un plan de movilidad a la altura mientras que los municipios han de ver impulsados sus servicios (públicos y privados) para colmar las expectativas.
Un desarrollo equilibrado, sostenible y sostenido es la única vía para que el entorno metropolitano de Zaragoza dé un salto definitivo. La diversificación de su tejido productivo y el encaje de su población en ese puzzle serán decisivos.
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