Opinión

Imaginar Aragón

Las nuevas estrellas Michelin para tres chefs del Pirineo aragonés y la lluvia de nominaciones en los premios Feroz demuestran el caudal de talento que existe en la comunidad

Gala Michelín 2024.

Gala Michelín 2024. / Servicio Especial

Los desafíos no son inalcanzables como tampoco lo son los sueños, aunque en la mayoría de ocasiones puedan parecer imposibles de lograr. Todo pivota en la voluntad de las personas, en la pasión que ponen, en la energía que reúnen, en la constancia que atesoran, en el trabajo en equipo, en la capacidad para visualizar una idea y hacerla realidad. En definitiva, todo radica en creer. 

En una semana protagonizada por las enormes turbulencias políticas (como casi siempre), cruces de acusaciones, informaciones con implicaciones jurídicas y un ruido ensordecedor, que llega, como casi siempre, desde Madrid y Barcelona, son millones los ciudadanos anónimos que irrumpen en su entorno más cercano para hacer de él un lugar mejor. Son los arquitectos del día a día, los diseñadores de un mundo que transita por caminos impredecibles, los ingenieros del futuro. Y en Aragón abundan.

Tres rincones del Pirineo aragonés han sido portadores esta semana de buenas noticias, tres lugares (Anciles, Villanova y Sardas) en los que nadie suele reparar en el día a día, salvo aquellos que viven allí o sus vecinos más cercanos. Tres municipios que condensan esencias, historias y paisajes como tantos otros a lo largo y ancho de la geografía aragonesa. Estos tres espacios mágicos tienen, desde el pasado miércoles, una estrella Michelin y han podido asomar la cabeza por lo que allí hacen personas anónimas (ahora ya menos), con esmero, trabajo y dedicación. 

Una de ellas es Iris Jordán, una joven alumna de la escuela de hostelería de Guayente, en el valle de Benasque, que se encuentra a solo cuatro kilómetros del restaurante Ansils, donde enciende cada día los fogones junto a su hermano Bruno. Ese espíritu gastronómico ya estaba allí hace dos generaciones, pero ellos lo han aupado al firmamento. El caso de Toño Rodríguez es también paradigmático. Este chef del restaurante La Era de los Nogales, lideró a la selección española en las Olimpiadas Culinarias, logró un Sol Repsol, fue elegido mejor cocinero del año y ahora cosecha una estrella Michelin en un 2024 para enmarcar. El tercero en discordia es Víctor Manuel Ovalles, chef del restaurante Casa Arcas y vecino de Iris en el valle de Benasque, que ofrece tres menús a medida para conquistar los paladares de clientes de todo tipo y perfil. 

Es más necesario dar voz a los aragoneses que creen, escucharles y ser conscientes de los tesoros que encierra esta tierra

Los tres saben mejor que nadie qué es abrir un establecimiento en la España vacía y olvidada (sus negocios están en municipios de menos de 200 habitantes), cuánto trabajo cuesta levantar todos los días la persiana y ofrecer algo especial a quienes allí se sientan a la mesa. Ellos son la mejor muestra del talento, la pasión y el saber hacer que hay en la comunidad. Son, al fin y al cabo, el mejor antídoto contra la despoblación, la fórmula mágica para que la desestacionalización del turismo se abra paso en los valles, la llave que abre miles de puertas. Pero este pequeño mosaico de realidades en minúsculas va más allá de los fogones y llega a ámbitos muy diversos como la empresa, los servicios públicos, el tejido social y el mundo de la cultura, otro ejemplo de que las fronteras solo existen para aquellos que las crean. 

Tres aragoneses han copado también esta semana las candidaturas a los Premios Feroz. Javier Macipe (La Estrella Azul), Paula Ortiz (La Virgen Roja) y Pilar Palomero (Los detellos) son otro tridente de oro que ya ha conquistado a los amantes del séptimo arte, pero que aspiran a hacerse un hueco entre los elegidos del universo cinematográfico. Aragón irrumpe este año en la pantalla grande con historias muy potentes, aunque no es la primera vez que algo así sucede. Eso sí, nunca antes hubo tantos candidatos con sello aragonés en los premios Feroz, y es más que probable que la historia se repita en Los Goya de 2025. De nuevo, personas anónimas, cuya trayectoria no venía dada sino que se la han tenido que trabajar desde abajo; personas que han llevado al cine la ciudad que les vio crecer. Puro talento.

La nómina de aragoneses que han dado un paso al frente y han creído es larga. Cada día hay cientos de historias y logros de aragoneses que deberían ser contados. Por ello, más que nunca, es necesario darles voz, escucharles y ser conscientes de los tesoros que encierra esta tierra. Y lanzarse a imaginar Aragón

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