Opinión | SALA DE MÁQUINAS
Pedro Alfonso
Hace unas pocas fechas tuve el placer de disertar en el Patio de la Infanta (Ibercaja, Zaragoza) sobre la figura y obra de unos de los escritores aragoneses más universales: Pedro Alfonso.
Su verdadero nombre, judío, pues hebreo nació, era Moisés Sefardí. Pero por el que pasaría a la historia sería el que adoptó cuando se convirtió al cristianismo: Petrus Alfonsus, Pedro Alfonso.
Básicamente, puede enmarcarse al personaje en la primera mitad del siglo XII. Período dominado en el Reino de Aragón por Alfonso I el Batallador. Con este monarca, Pedro Alfonso mantuvo estrechísima relación, no en vano fue su médico de cabecera, y seguramente amigo y confidente; tal vez, cómplice en sus grandes proyectos políticos o bélicos. No hay constancia de que Pedro Alfonso guerrease o empuñara la espada, pero resulta presumible que acompañase al rey en sus campañas. En una de ellas, una expedición a Sos (futuro Sos del Rey Católico), sabemos que curó al monarca de un problema en la vista. Las fuentes se refieren a «un médico judío del rey Alfonso», al que llaman Simón (nombre original del apóstol Pedro), y que no podía ser otro que Pedro Alfonso, aquel Moisés Sefardí que se había convertido al cristianismo en la catedral de Huesca. Su extraordinaria cultura y su formación científica se debían a la herencia greco-latina y a sus conocimientos de la cultura árabe.
La principal de sus obras fue Disciplina clericalis, tan brillante que ha oscurecido otros aspectos de su trabajo literario y filosófico. Pero su obra es amplia y variada, y abarca multitud de temas, opúsculos y pequeños tratados relacionados con la naturaleza, el arte, la narrativa, la ciencia, el cosmos, la matemática, la medicina, la cronología y la astrología... La astronomía fue otra de sus grandes pasiones. En su estudio, Pedro Alfonso se relacionó con otros sabios de la época, como Adelardo de Bath o Daniel de Morfley. Los tres coincidían en criticar herencias culturales que consideraban anquilosadas, y en tratar de revolucionar los principios de la observación, el movimiento y la interrelación de los astros.
Oscense de nacimiento, judío de raza, cristiano de religión, genio universal de las letras, Pedro Alfonso nos ilumina a través de los siglos.
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