¿Pedro el Grande?

La Historia nos deja abundantes calificativos de célebres Pedros. En Aragón tenemos a Pedro IV el Ceremonioso, que se enzarzó con el de Castilla al mediar el siglo XIV, llamado por unos El Justiciero y por sus enemigos El Cruel. Quizá el más célebre sea el zar Pedro I, llamado El Grande, gobernante entre tiránico e ilustrado que fue tan temido y odiado como admirado. Lo mismo le ocurre a Pedro Sánchez, cuyos apelativos vertidos desde la derecha son interminables, a cuál más sangrante y denigrador. El monarca ruso era astuto, autoritario y cínico a veces, reformista, europeísta, seductor... Rasgos que Arturo Pérez Reverte reconoce en el actual presidente español: «el político más interesante de Europa», aunque sea un tahúr, cínico y vendemadres… Estas cualidades las resalta Ortega y Gasset en su ensayo ya citado aquí Mirabeau o el político, enlazando con el pragmatismo nada moralizante que Maquiavelo ensayó en El Príncipe. Se dice que Fernando el Católico fue su modelo, un regidor sin escrúpulos, pero muy provechoso para los intereses de sus reinos, incluida Castilla, sobre todo en política exterior. Pedro Sánchez también resulta provechoso para una izquierda acosada por la megaofensiva coordinada por PP-Vox, medios y jueces afines (la mayoría), junto al sindicato del bulo y demás fachosfera. Tal acoso solo puede soportarlo una personalidad firme, resilente, calculadora y sin escrúpulos: ¿se imaginan a ZP en su anterior versión bambi ante semejante manada de lobos? Su verdadera némesis no es la marioneta Feijóo, que no tiene nivel para gobernar un concello aunque se defienda en insidiosas campañas, sino IDA, la muñeca diabólica de MAR, el otro Maquiavelo ibérico. Así pues, nuestros destinos se juegan en ese tablero diseñado por don Niccolo y cada cual se abona a su «príncipe» preferido. Todo vale para desplumar al contrario, y en esto del póker, dice Reverte, perrosanxe es imbatible y aventajaría a su tocayo ruso, el Grande.

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