Héroes

He comenzado a leer las memorias de Navalni. Con mal cuerpo, he de decir, consecuencia de la tragedia sufrida por este luchador por los derechos humanos abatido por el monstruoso régimen de Vladímir Putin.

Muchos seguimos el encarcelamiento de Navalni con la lógica preocupación de que no consiguiera zafarse del puño de hierro que se abatía sobre él, cerrándose en torno a su figura de hombre libre que acababa de dejar de serlo. Y ya no recuperaría sus movimientos, pues iba a perder la vida. Murió en una cárcel rusa, en circunstancias no aclaradas, víctima de torturas, malnutrición y, más que presuntamente, a causa de envenenamiento o contagio de alguna enfermedad.

Joe Biden había advertido que si le pasaba algo a Navalni habría consecuencias. Pero no las ha habido. Ninguna consecuencia, salvo nuevos encarcelamientos y torturas a los pocos seguidores que se han arriesgado a manifestarse en las calles de Moscú, San Petersburgo y otras capitales tomadas por la policía y vigiladas por el ojo del psicopático cíclope.

También víctima suya acaba de ser la periodista ucraniana Victoria Róshina. Su fallecimiento se ha conocido recientemente. También su muerte, como la de Navalni, ha tenido lugar en una prisión de Putin. Victoria había sido detenida en el frente, donde se hallaba informando en calidad de freelance para medios como Horomadske o Ukrainska Pravda. En agosto de 2023 se produjo su desaparición. Se supo entonces que había sido detenida por soldados rusos en Zaporiya y trasladada a un centro de internamiento en la ciudad de Tangarov, en la región de Rostov. La familia de Victoria no sabría de su detención hasta meses más tarde. Recientemente, el portavoz de los presos ucranianos, Petro Yátsenko, informaba que «desgraciadamente» su muerte les había sido confirmada.

Nada más. Ningún detalle. Ningún nombre. Y ningún cadáver, porque el cuerpo no ha sido entregado a los suyos. Silencio absoluto, tanto de los responsables de la prisión rusa como de la bestia que en el Kremlin se alimenta de este tipo de «triunfos» contra Ucrania y ese Occidente donde todavía impera la prensa libre y la libertad.

La libertad llora a Navalni, a Róshima... y a una larguísima lista de héroes.

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