Opinión

La Constitución Española (CE)

Parece de obligado cumplimiento hablar de la Constitución España, en su 46 cumpleaños. Lógicamente, no voy a hablar técnicamente, sino que voy a desgranar algunos hitos que me parecen interesantes.

El consenso entre todas las formaciones políticas de 1978 es quizás la característica más notable de la CE. Justamente lo contrario que en la actualidad, en que la mayoría compite por ver quién la dice más gorda en la réplica al adversario. Se constituyó una comisión constitucional encargada de redactar el proyecto de Constitución. Y se decidió que los ponentes fueran siete: Jordi Solé Tura (por el grupo parlamentario comunista), Miquel Roca Junyent (por la minoría catalana), José Pedro Pérez-Llorca, Gabriel Cisneros y Miguel Herrero de Miñón (por la Unión de Centro Democrático), Gregorio Peces-Barba (por el PSOE) y Manuel Fraga Iribarne (por Alianza Popular). Son conocidos como los siete padres de la Constitución.

A pesar del deseo general de dejar atrás la dictadura, el contexto de aquella época era atroz: los asesinatos de ETA (100 al año), el ruido de sables en los cuarteles, el asesinato de cinco abogados laboralistas por parte de grupos de extrema derecha… Urgía poner en marcha una sociedad democrática y la Constitución era el imprescindible punto de arranque.

Por descontado que las discusiones fueron el pan nuestro de cada día. Por eso el consenso logrado por los siete ponentes (y los partidos que los respaldaban) tuvo un gran valor cívico. Las más fuertes discusiones fueron en torno al modelo económico, educativo y autonómico. Y los puntos clave de la ponencia eran: forma de Estado, forma de Gobierno, competencias del Rey o Jefe del Estado. Sin duda ninguna, el dilema monarquía o república era la cuestión más llamativa. Y aquí fue Carrillo el que lanzó una advertencia que fijó la posición de todos: “Si en las condiciones concretas de España pusiéramos sobre el tapete la cuestión de la república, correríamos hacia una aventura catastrófica en la que, seguro, no obtendríamos la república, pero perderíamos la democracia”. También se discutió mucho el artículo 57.1, que consagró la prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión al trono. Y aún sigue sin modificar. Tampoco fue fácil la elaboración de asuntos tan importantes como las nacionalidades, la religión o la pena de muerte.

Y como foto icónica del momento hay que elegir esa de La Pasionaria y Rafael Alberti bajando de sus escaños para tomar posesión de la mesa de edad del Congreso. Era la mejor imagen de la reconciliación en España.

La elaboración de la Constitución fue relativamente rápida: 25 sesiones  entre los meses de agosto y diciembre de 1977. Luego, transcurrió todo el proceso aprobatorio hasta llegar a la votación final en el Congreso (31 de octubre de 1978). La votación final en el Congreso fue: 258 votos a favor, 2 votos en contra y 14 abstenciones. El mismo día 31 de octubre se vota en el Senado: 226 votos a favor, 5 votos en contra y 8 abstenciones. Y, por último, el 6 de diciembre de 1978, se aprobó en Referéndum la Constitución Española: votaron sí: 15.706.078 (88,54%); no: 1.400.505, (7,89%); en blanco: 632.902 (3,57%).

Tras 46 años de vigencia de la Constitución, flota en el aire desde ya hace muchos años la oportunidad de actualizarla y reformarla en aquellos aspectos envejecidos o perfeccionar el modelo territorial, la Ley electoral, la prevalencia del varón en la sucesión, adecuarla a nuestra pertenencia a la Unión Europea, que entonces no existía, reformar el Senado para que cumpla con su función territorial, blindar las leyes importantes en torno a la igualdad de los españoles. Pero el momento actual no posibilita un consenso, ni de lejos, parecido al de 1978. Una pena. Porque la reforma fortalecería a la Constitución y la haría válida para otro tiempo futuro. Sin embargo, los tiempos se han encanallado, los políticos ya no discuten, se agreden. Y los partidos están en perpetua campaña electoral.

Como corolario. La Constitución es un documento de concordia. No resuelve todos los problemas, pero marca las reglas de juego comunes para avanzar en el camino de la prosperidad y la libertad. El aspecto más importante de la CE es la articulación de los derechos sociales. Quizás el segundo aspecto más importante sea la descentralización territorial del poder. Pero hay que perfeccionar el modelo autonómico, a pesar del intento de golpe de Estado en Cataluña en 2017, o precisamente por eso. Y, sobre todo, yo pondría el acento en el consenso que posibilitó que en España haya una de las constituciones más progresistas y modernas de Europa y del mundo. Hoy, con la polarización política existente y el populismo reinante, eso sería imposible.

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