Opinión | CONTRACORRIENTE

Leticia Crespo: «La política es un nicho apetecible para una novela negra»

La que fuera concejala de CHA en el Ayuntamiento de Zaragoza acaba de presentar su tercera novela, El aleteo del colibrí, en la que rescata los asesinatos de dos chicas acaecidos en la capital aragonesa en 1992

La escritora zaragozana Leticia Crespo.

La escritora zaragozana Leticia Crespo. / Miguel Ángel Gracia

Todas sus novelas se desarrollan en Zaragoza. ¿Desde siempre tuvo claro que la capital aragonesa tenía que ser el escenario de sus novelas?

Sí. Es una seña de identidad. Inicialmente pensé que podía ser una limitación, pero después hubo una reflexión muy fácil, pues yo leo novelas situadas en todas las partes del mundo y me interesan igual, así que pensé que era un plus dar a conocer rincones de nuestra ciudad que pasan desapercibidos o no son conocidos ni por los zaragozanos. Por eso, en mis novelas, Zaragoza no solo es escenario, sino también uno de los protagonistas.

‘El aleteo del colibrí’ comienza con un asesinato en la actualidad pero lo relaciona con los asesinatos reales de dos mujeres que tuvieron lugar en 1992 ¿Qué le ha llevado a recuperar aquellos luctuosos sucesos ?

La idea partió de los especiales que se hicieron con motivo del aniversario de los asesinatos de 1992, un año, por cierto, en el que en España solo se hablaba de los crímenes de las niñas de Alcácer, mientras que Zaragoza también tenía su historia negra particular con el asesinato de estas dos chicas cuando llegaban a su domicilio. Mi hija tiene 18 años y esto provoca que haya también una reivindicación de fondo que tiene que ver con que las mujeres podamos volver solas a casa y me da pie para desarrollar todo un relato ficticio.

Fueron unos crímenes que quedaron sin resolver hasta 26 años después, cuando el supuesto asesino ya estaba muerto. ¿Qué es lo que más le llama la atención y más le impactó de ellos para recuperarlos ahora?

Bueno, en principio tengo que decir que después de investigar y leer todo lo que se ha publicado y teniendo en cuenta las chapuzas, pues entonces no había los medios de hoy para investigar, personalmente el caso me ha llegado a generar dudas de que el acusado no fuese una cabeza de turco. Es fácil dar carpetazo a un caso con alguien fallecido al otro lado del Atlántico al que ya no puedes juzgar. Y lo que más me impresionó, sin duda, fue ver in situ las tumbas de las chicas; fue como removerte por dentro.

Las protagonistas de sus novelas son la inspectora Gemma Cuerda y la periodista Marga Sombrero ¿Se fijó en algún detective en especial de otras novelas policiacas para configurar estos personajes? Y, por cierto, ¿por qué introduce a una periodista?

No, no me he inspirado en ninguno en particular, solo tenía claro que las protagonistas tenían que ser mujeres. Y, de hecho, su relación también es protagonista en las novelas; el empoderamiento, la sororidad... eso sí, tenía claro que la compañera de la inspectora tenía que ser una periodista de política local porque he vivido en mis propias carnes el trabajo de estos periodistas, que se pasan cientos de horas en los plenos para no sacar nada y quería hacer partícipe a Marga Sombrero de la resolución de asesinatos, algo que podría ser un aliciente para un periodista.

Usted fue concejala en el Ayuntamiento de Zaragoza, pero dejó la política decepcionada, según sus propias palabras. ¿La política da juego para una novela negra?

Hombre, es un nicho muy apetecible para hablar de corrupción, luchas de poder, fuego amigo, abusos o jugar en una trama policiaca con asesinatos incluso.

¿Qué le llevó a escribir?

Yo ya escribía cosas desde muy pequeña, pero lo que te lleva a escribir es leer mucho. Cuando lees mucho llega un momento en que se despierta la idea de transformar esa pasión por leer en crear algo tuyo y, sin duda, para los que nos hemos lanzado últimamente a ello, la pandemia fue clave.

¿Ya está pensando en un nuevo proyecto?

Sí, ya estoy documentándome para una nueva novela. Me gusta basarme en hechos reales sucedidos en Zaragoza o alrededores pues es una oportunidad para dar a conocer crímenes olvidados que me permiten desarrollar un relato a partir de ellos. Aunque hay que tener mucho cuidado con los personajes y es más complicado de adaptar pues puedes herir sensibilidades en gente que crea verse reflejada.

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