Opinión | fuera de campo

Alfabetizarse en lo humano

Hoy, Zaragoza y Aragón son protagonistas por su compromiso con las claves de Desarrollo Humano promovidas por la UNESCO. Este sábado, a las 17 horas, en la Sala Fundadoras (calle Pedro Joaquín Soler, 20), tendrá lugar la celebración de la mesa redonda Cultura de paz y Derechos Humanos: 30 años de Escuela UNESCO de los Centros de Música Santa María, en homenaje a María Pilar Gracia Torné. En ella intervendrán cuatro señeras escuelas asociadas aragonesas: Águeda Tutor por los Centros de Música Santa María, Jesús Marín por el Colegio Sagrada Familia, Carolina Cajal por el Colegio Público de Alpartir CEIP Ramón y Cajal, y Antonio Civera por la Escuela Municipal de Música Antón García Abril de Teruel.

En la segunda parte de este acto intervendrán la ex-coordinadora estatal Socorro Albarrán, y la actual coordinadora estatal María Jesús Pino, a las que se sumarán María Jesús Luna, directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz del Centro Pignatelli, y Águeda Tutor como coordinadora en Aragón de las Escuelas Asociadas de la UNESCO, y co-coordinadora del Grupo estatal de Educación para Ciudadanía Mundial (ECM). Al final de esta mesa debate se compartirá un avance de la exposición sobre los 30 años de los Centros de Música Santa María como Escuela Asociada de la UNESCO, que será inaugurada en 2025.

Estamos, pues, de enhorabuena al poner de relieve estos magnos postulados. Cada generación –tribu urbana antes, millennial y centennial digital ahora– necesita alfabetizarse humana y tecnológicamente para apuntalar derechos y libertades, en pos de una ciudadanía crítica y con criterio, que se enfrente a reducir cualquier atisbo de injusticia y empobrecimiento, grande o pequeño. En el pasado Informe de seguimiento de la Educación en el Mundo 2023: Tecnología en la educación: ¿una herramienta en los términos de quién?, la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, ya ponía de relieve tres paradojas, tres conceptos popularmente erróneos en sus vicios.

El primero ponía de manifiesto el aprendizaje personalizado que olvida la fisicidad humanizante del docente y la dimensión comunitaria de la educación; el segundo, por imposibilidad de acceso, las brechas digitales continúan existiendo y, con ello, el aumento de las desigualdades educativas; y el tercero, una doble moral, pues a pesar de la voluntad de «hacer de la educación un bien común global», los intereses mercantiles y privados aquí integrados continúan creciendo.

Y es que, no nos engañemos –ya lo reclamaba el fundador del MIT Media Lab Nicholas Negroponte–, en el apoyo a esos accesos a la conectividad, sólo el 40% de las escuelas de Primaria mundiales tiene acceso a la Red. Audrey Azoulay, también ex ministra de Cultura de Francia, prioriza en sus demandas y propuestas que prevalezca el interés superior de los y las menores y estudiantes sobre cualquier otra consideración, especialmente las terriblemente comerciales, en contaminado albedrío.

Con IA o sin ella, la tecnología deberá ser siempre entendida como un medio, nunca como un fin. Para hacer realidad estas recomendaciones y garantizar que siempre se esté al servicio de la educación, y no al revés, la UNESCO ya solicitó a sus Estados miembros que avalen «un desarrollo justo, equitativo y seguro» de las TIC de la educación y, más que nunca, la misión de formar al profesorado en los nuevos temas y métodos pedagógicos en continua evolución.

En estos terrenos, nunca tendríamos que olvidar el cara a cara, la tiza, el folio el blanco y el libro de texto forrado por padres y madres, pues «incluso si la conectividad fuera universal, seguiría siendo necesario demostrar, desde un punto de vista pedagógico, que la tecnología digital ofrece un valor añadido real en términos de aprendizaje eficaz, especialmente en un momento en el que todos estamos siendo más conscientes de los riesgos de pasar demasiado tiempo frente a una pantalla», nos recuerda con tino de conciencia y consciencia Azoulay.

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