No aprendemos

Uno que hizo la mili en Valencia, a finales de los 70, se pasaba los días quitando barro de las causas judiciales y de los Boletines Oficiales para poder responder a las solicitudes de los militares republicanos represaliados por el franquismo a los que se les reconocían algunos derechos. Debían demostrar su empleo y encontrar la sentencia para anularla. Toda aquella documentación quedó por debajo del nivel que alcanzó el agua y el barro que un mosaico recordaba en el cuartel de la Alameda: «Hasta aquí llegó la riada». Así que era imprescindible utilizar un cúter y, con mucha paciencia, mojar cada página y separarla sin romperla para luego secarla y encontrar el dato imprescindible. Los solicitantes recibían de paso el maltrato y el desprecio de los jefes pero también la complicidad y el respeto de los que teníamos que hacer un alarde de manualidades. Eran las consecuencias y el barro de la gran riada de Valencia, la del 14 de octubre de 1957, que causó al menos 81 muertos y grandes destrozos. En la recién celebrada conferencia de presidentes la gran aportación de Mazón ha sido proponer un Plan Nacional de inundaciones sin conocer que ya el gobierno de Rajoy aprobó uno en enero de 2016 y basta hacer una búsqueda en internet para conocer de planes que afectan a los ríos de su comunidad. ¿Cómo se puede ser tan inútil, tan ignorante, tan incapaz? En la década de los 90 se construyeron 226.000 inmuebles en zonas de riesgo de inundación en la costa del Mediterráneo y la Generalitat valenciana, después de la Dana y de los 223 fallecidos acaba de aprobar que se pueda seguir construyendo en zonas de riesgo. Como si no hubiera pasado nada. Es inaceptable. En su última columna en The Times, Paul Krugman, nobel de Economía, se refiere a «recuperar la fe en nuestros dirigentes que define como la creencia en que las personas en el poder suelen decir la verdad y saben lo que hacen» y utiliza la palabra caquistocracia, que es el gobierno de los peores. Mazón es el paradigma, creo que por unanimidad.