Opinión | salida de emergencia
Va de Aragón
Siempre nos hemos querido poco y siempre hemos dudado de nuestras artes y capacidades y mucho más de nuestra indiscutible nobleza
Resulta que estamos de moda y eso a pesar de que siempre hemos sido muy miraos con lo nuestro y aquello de «Ya he visto tu película, mu flojica», diciéndole un aragonés a Luis Buñuel que en realidad era a José María Forqué, pero Buñuel vestía más, quizá nos haya enseñado algo. Lo dudo. Como dudo que de repente nos hayamos querido más, cuando realmente siempre nos hemos querido poco y siempre hemos dudado de nuestras artes y capacidades y mucho más de nuestra indiscutible nobleza, belleza diría yo, para hacer y decir cosas hermosas a la imagen y semejanza de nuestros grandes poetas y de aquel sabio que era Sender o del gran maestro de la brevedad, nuestro ilustre Baltasar Gracián, que ya tiene nombre de vino, y que dijo algo tan inteligente como «Lo bueno si breve, dos veces bueno» y «Aun lo malo, si poco, no tan malo».
Pero como decía al principio parece que estamos de moda y cuando algo está de moda hay que aprovecharlo, porque las modas pasan y una vez pasan tardan en volver, pero las modas también a veces llegan para quedarse y eso es lo que Aragón y Zaragoza debieran aprovechar y construir para que lo que hoy es una realidad con inversiones millonarias en el terreno industrial y tecnológico y noticias muy alentadoras en el aspecto cultural no sean solo una mera casualidad, como cuando la rosa florece en la tierra más yerma y desolada sin agua y casi sin luz, sino que respondan a unos criterios que permitan que la rosa florezca una y otra vez y no sea la casualidad del azar o de unas mentes privilegiadas y luchadoras cuyas carreras se forjaron lejos de Aragón y al que siempre vuelven por amor, identidad y pasión. Me gusta saber que estamos de moda, aunque nunca me importaron las modas, pero si las modas tienen que ver con mi tierra entonces brindo por ellas al igual que brindo por todos aquellos que saben mirarnos diferente y que entienden que este territorio de polvo, niebla, viento y sol tiene ante sí un futuro lleno de posibilidades y cuyo norte, desde los Pirineos hasta un sur callado y a veces dormido, despierta cuando hay un eslabón que reconstruir y cuando nos descubrimos reconociendo nuestros errores para acertar en nuestro futuro. De eso debiera ir nuestra historia, esa que nos hará ser menos miraos y más orgullosos sin ser tiránicos, ni insoportables de vanidades, ni de centralismos urgentes y con cierta tendencia a la omnipresencia.
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