Opinión | LA RÚBRICA
Compartir y ‘reparmir’
Los favores son los regalos más caros. Cuestan poco pero valen todo lo que quiere su donante. Lo curioso es que suele ser más desprendido quien hace un favor que quien se beneficia del mismo. Nietzsche decía que «hay almas esclavizadas que agradecen tanto los favores recibidos que se estrangulan con la cuerda de la gratitud». Los humanos somos más de intercambiar que de regalar. Incluso los sentimientos desean ser correspondidos. En lo material, valoramos inversiones y rentabilidad en la bolsa de cotización social, por lo que suspiramos por una quita que nos libere del acreedor. Nos agobian las deudas pero nos aplasta la sensación de ser unos morosos. Por eso los menos ricos somos los mejores pagadores. Las cadenas de favores se convierten en una condena de fervores por conseguir la botella errante con un mensaje náufrago en forma de premio. Es el sueño hispano para esta noche de bombos ilusos y bolas frustradas. La lotería juega con un equilibrio diabólico entre necesidad y avaricia. Edulcoramos esta adicción con una pócima de obligación social. Los anuncios de adoración al veintidós son en realidad plegarias al vente dios (de la fortuna). Nos arrancan lágrimas de pena mientras nos succionamos la sangre del bolsillo a base de hemorragias decimales. El spot lotero de este año lo protagoniza Julián, que encarna la soledad del jugador sin fondos. Un personaje que recuerda a Colin Smith corriendo sin sentido, pero con criterio, para redimirse (1962, La soledad del corredor de fondo). El entorno de los dos actores es similar. La prisión de la despoblación es lo más parecido al reformatorio británico en el que cumple condena este atleta de la opresión. Desde fuera, la libertad se confunde con la pena y la avaricia egoísta del gobernador del correccional que juega con el décimo de su prisionero para quedarse con El Gordo de la recompensa.
Compartirlo es extraordinario, reza el eslogan navideño de la apuesta más popular. Pero repartirlo es milagroso, ha faltado añadir. No tenemos problemas en coincidir y compartir con los demás sueños y proyectos. El problema viene a la hora de distribuir el beneficio de dichos deseos. Somos muy de compartir contigo y repartir para mí. Es decir, compartir y reparmir. En algunos casos la alegría espumosa de mañana terminará tan estafada como esbafada, esperando su cobro tras la sentencia de un tribunal. A estos fallos de la judicatura ordinaria se suman los juicios de honor que dinamitan relaciones fraternales. Soñamos con encontrar un décimo perdido y nos corroe la duda de qué hacer con él. Confabulamos con la idea de apropiarnos de lo que no es nuestro, pero merecemos. ¿Es lo que pasa con nuestro esfuerzo si no es recompensado como consideramos y otros se benefician? En 1963 el psicólogo Stanley Milgram dejó abandonadas 400 cartas con su dirección completa y remite en diferentes ubicaciones de una pequeña localidad. Todas aparentaban haberse perdido por diversos puntos de la ciudad antes de llegar a su destino. El experimento comprobó que la cortesía de quien encontraba el sobre para hacer llegar la carta a su receptor dependía del prejuicio personal al respecto. Sólo llegó una de cada cuatro cartas que se habían remitido al partido nazi y al partido comunista. En cambio, tres de cada cuatro misivas enviadas a una asociación de investigación médica y a un ciudadano particular llegaron a su destino. Lo que demostraba que las opiniones particulares prejuzgan y determinan nuestro comportamiento, por encima de las normas comunes de convivencia.
Las ideas se convierten en prejuicios cuando los intereses particulares de quienes tienen una opción ideológica priman sobre los principios que sostienen dichas ideas. Esta perversión de la manipulación es el modus operandi de las derechas conservadora y ultra. Así, utilizan la chapuza de un papel arrugado que deja abandonado un farsante para escandalizarse con la teatralización de un delantero tramposo. Claro que si el juez PPeinado es el árbitro togado y se inventa el testimonio de una testigo (y no le ocurre nada) para seguir su caza de brujas en la izquierda, el fraudulento penalti contra la verdad y la justicia intentará cargarse el partido y el gobierno del encuentro.
Frente a la fortuna amañada por el fachazar están los datos de una realidad que no es ningún juego. Al fin y al cabo la probabilidad de éxito se convierte en progreso gracias a la vitalidad con la que avanzamos en cada nueva vuelta al sol. Y esto, seguro, es lo que toca en 2025.
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