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Zaragoza

El cine aragonés, cada vez más visible

Paula Ortiz, este miércoles, en la Academia de cine tras las nominaciones a los Goya.

Paula Ortiz, este miércoles, en la Academia de cine tras las nominaciones a los Goya. / EFE / BLANCA MILLEZ

Aragón se ha convertido en un hervidero de creatividad y talento en el ámbito audiovisual. El cine aragonés, cada vez más visible, demuestra que la comunidad cuenta con una gran cantidad de cineastas, técnicos, actores y actrices de indiscutible calidad. Las 23 nominaciones aragonesas a los premios Goya 2025, un récord histórico, son la mejor prueba. No es fruto de la casualidad, sino del arduo trabajo de miles de personas que, con recursos limitados, han sabido hacer del cine una verdadera expresión de identidad y cultura.

Pero no podemos olvidar que, a pesar de este deslumbrante panorama, el apoyo institucional a la producción audiovisual en Aragón sigue siendo insuficiente. Las ayudas económicas, los incentivos fiscales y las infraestructuras dedicadas al cine en Aragón son aún escasos. Es imprescindible que las instituciones públicas, tanto autonómicas como locales, refuercen su compromiso con el cine aragonés, no solo por el impacto cultural, sino también por su potencial económico.

El cine es una de las formas más poderosas de narrar historias. Sin embargo, para que lleguen a buen puerto, es necesario que se invierta en la formación de nuevos talentos, en la creación de más producciones locales y en la mejora de los equipos técnicos y artísticos.

Un paso positivo puede ser la anunciada inversión municipal en la antigua Giesa para la creación de una ‘ciudad del cine’ en Zaragoza. Al igual que la Ciudad de la Luz de Valencia, un complejo diseñado para albergar estudios de grabación, laboratorios de posproducción y todo tipo de infraestructuras de cine, Zaragoza tiene la oportunidad de convertirse en un hub audiovisual que atraiga tanto a profesionales locales como internacionales.

La comparación entre ambos proyectos es relevante, sobre todo para que Zaragoza aprenda de los errores de Valencia. Si bien las instalaciones de Giesa cuentan con un gran potencial, el éxito dependerá de un apoyo continuo a la producción audiovisual local. Es esencial que las políticas públicas no solo construyan espacios, sino que también fomenten la formación de profesionales, la creación de incentivos fiscales atractivos para productoras nacionales e internacionales, y la colaboración con festivales y mercados que permitan que las producciones aragonesas sean vistas en todo el mundo.

Apoyar el cine de Aragón es cuestión de justicia cultural, y de responsabilidad económica y social. Invertir en este talento que hay es hacerlo en el futuro del territorio, en su capacidad para generar empleo, en su potencial para atraer turismo y en su capacidad para posicionarse como referente cultural. Las instituciones aragonesas deben reconocer que el cine no es solo un arte, sino también una industria que puede contribuir al bienestar colectivo.

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