Opinión

Zaragoza

Se está quedando un 2027 de ensueño

El presidente de Stellantis, John Elkann, y el director ejecutivo de CATL, Robin Zeng, esta semana en Figueruelas.

El presidente de Stellantis, John Elkann, y el director ejecutivo de CATL, Robin Zeng, esta semana en Figueruelas. / Javier Belver

Aunque Aragón y Zaragoza aún no tengan presupuesto y que los vaivenes de la política nacional dibujen un 2025 incierto, a la comunidad se le está quedando un 2027 de ensueño a base de anuncios y promesas inéditas en los últimos años. Entre nubes y gigafactorías, la inversión privada parece no tener fin, con megaproyectos y cifras mareantes de desembolso y creación de empleo que se emplazan para ese año y en el que parece que va a haber sobredosis de presentaciones oficiales.

El tiempo dirá si las estimaciones que tensan la alfombra roja de la Administración son las que son, y si la repercusión en el territorio en forma de empleo e ingresos extra se nota tanto como se promete, pero todo parece pensado para que ese 2027 sea de éxtasis y autoestima desbordada por tanto proyecto de envergadura. 

Esta semana, en pocos días se ha confirmado la gigafactoría de baterías en Figueruelas que ancla para mucho tiempo el futuro de la automoción en Aragón, la confirmación de que Zaragoza y la nueva Romareda, que se acabará en 2027, serán sede del Mundial de fútbol de 2030 y los planes de la ampliación de Amazon Web Services en Villanueva de Gállego, El Burgo, Huesca y Zaragoza para ejecutar entre 2025 y 2026. No está mal para acabar el año.

Tanta ‘nube’ de los centros de datos hasta parece estar tapando un cielo de estrellas en el que, en esta semana también, vuelve a brillar el mundo del cine con Javier Macipe, Paula Ortiz y Pilar Palomero dando lustre a la producción made in Aragón que derrocha talento en muchas disciplinas culturales por más que algunos estén más obnubilados por el producto de fuera y de masas.

Su ejemplo es el del esfuerzo y la batalla por hacerse oír en un mundillo demasiado aficionado a deslumbrarse por los focos de fuera. O a buscarlos como sea, con decisiones que no tienen sentido, como bautizar el Auditorio con el nombre de la princesa Leonor que, salvo bailotear en el Parros, no sé qué ha hecho por la cultura y por ese edificio tan emblemático.

Pero pensemos en ese 2027 electoral. Sembrar hoy es la única manera de recoger mañana. Y para ello sirve también una herramienta como el presupuesto, que Zaragoza y Aragón siguen sin tener. A expensas de una extrema derecha como Vox que es muy capaz de dinamitarlo por cualquier anécdota que pase en Madrid o solo porque al señor Abascal se le ocurre un día que con tanta nube, a Aragón lo que le faltan son tormentas. Porque él también juega en 2027, como todos, vamos. 

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