Opinión | EL ÁNGULO
Unas falsas primarias
En Aragón no se abre un tiempo nuevo sino la continuidad de un enfrentamiento que en esta última etapa se ha visto acrecentado
En medio del furor que vivimos en este país por los procesos de regeneración democrática a finales del siglo XX se fraguó la idea de que las elecciones directas por los militantes eran un proceso más participativo, que abría los partidos más que los congresos con delegados como hasta entonces. Veinticinco años después, un tiempo suficiente para observar, el camino ha sido el contrario (y no solo por esta razón, todo es siempre multifactorial): Partidos con menor número de militantes, hiperliderazgo y ausencia de corrientes internas con diferencias ideológicas.
Un militante, un voto, no resultó ser un proceso de democracia más abierta que un delegado o cinco en representación de una agrupación. Después del Congreso federal del PSOE donde Pedro Sánchez fue elegido por aclamación, después de ganar las primarias de 2014 y en 2017, no hay ni resquicio para un candidato alternativo, se abrieron los procesos regionales en los que en algunos lugares sí habrá confrontación, más en el eje de la relación con la sede central que interna.
En Aragón no se abre un tiempo nuevo como dice uno de los dos candidatos, sino la continuidad de un enfrentamiento que en esta última etapa se ha visto acrecentado desde una dirección férrea del secretario general Javier Lambán. No hay un problema de división orgánica, vamos todos a una, escuché en otro de los candidatos, y engañar a los que tienen que votar es el peor de los caminos para obtener la credibilidad y la victoria. Estas primarias en Aragón son una guerra abierta donde habrá vencedores y vencidos. La tensión generada contra Madrid, contra las decisiones de lo orgánico y del Gobierno, la reacción a la afrenta, años después, de Sánchez, ha hecho que esto sea un paso más en las heridas del socialismo aragonés. Después de la presentación de Pilar Alegría como candidata se buscó un contrincante que representara la herencia del lambanismo. No fue ninguno de los candidatos esperados por el peso orgánico e institucional que ahora tienen, no fue el representante de un gran poder territorial conseguido asamblea por asamblea, fue Darío Villagrasa, el más joven, el que más se juega su futuro político, portavoz adjunto de las Cortes y secretario de organización en Aragón. Le han dado un paso adelante, mientras otros daban un paso atrás, porque el nombre de Alegría, su pasado y presente institucional, su capacidad para ganar al PP como ya hizo, hace que las ganas de competir contra ella mengüen. Son unas primarias forzadas, porque había que encontrar una reacción a la candidatura inicial. A veces a la contra se gana, pero la corriente empuja en una dirección, sobre todo si es anónima.
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