Opinión | TEJIENDO PALABRAS

Dos jueves al mes

Dos jueves al mes. Sí, este es mi compromiso con los lectores de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, bajo el epígrafe: Tejiendo palabras. Deseo que esta relación, en lo que a mí respecta, esté basada en el respeto hacia todas las formas de pensar, hacia todas las particularidades humanas. Por eso, este epígrafe me ha de llevar a ese trabajo tan especial que consiste en construir ideas a base de palabras, aquellas que bien meditadas se entrelazan formando un lenguaje capaz de llegar al corazón y a la cabeza de los lectores. La sensatez, esa forma prudente y reflexiva de relacionarse con los demás, es un atractivo para mí, también lo es la empatía que me lleva a compartir los sentimientos humanos en los que todos estamos inmersos y, por supuesto, el humor que nos lleva a relativizar tantas situaciones de la vida.

Tejiendo palabras será una columna de opinión en la que me gustaría que cada lector sintiera emociones como yo las siento mientras escribo cada artículo. La escritura es para mí un sacar de mis adentros aquello que ha calado en mi alma y ofrecerlo a los demás con la intención de que disfruten. El acto de opinar, exponer un juicio o hacer una valoración de algo o de alguien, es un trabajo que requiere argumentaciones sólidas, bienintencionadas, libres de ideologismos, sintetizadoras de aquello que conduce a la paz y al equilibrio emocional. Cuando la opinión es secuestrada por la difamación, los rencores, la envidia y la soberbia, nos erigimos en jueces, muchas veces implacables, casi asesinos de la dignidad de quienes queremos destruir.

Cordura es otra palabra que me gusta, está relacionada con la prudencia, la sensatez y el buen juicio; además, en su raíz latina y griega encontramos el término corazón, por tanto, para quien escribe y para quien lee, la cordura es la virtud que permite dialogar de corazón a corazón, con la sabiduría de la templanza y la moderación, con la delicadeza de no juzgar a la persona, sino de mostrar con razonamientos aquellas ideas que se desean rebatir.

En este trabajo de tejer palabras me encantaría que aquello que escribo esté impregnado no solo de acertadas ideas, sino también de una escritura que pueda mostrar esa belleza literaria que tiene la facultad de iluminar el espíritu, de suscitar emociones y de provocar el pensamiento creativo en los demás. Descubrir la lectura y la escritura fue para mí un revulsivo que se fue produciendo poco a poco, y que, ahora, a través del periódico, tengo la oportunidad de escribir artículos pensando que voy a ser leído por muchas personas. Cuánta gente está deseosa de que sus escritos puedan ser leídos por otros y no lo consiguen. Me considero un privilegiado, aunque en mis archivos tenga una cierta cantidad de escritos literarios inéditos: un libro de cuentos, cuatro poemarios y una autobiografía que duermen el sueño de los justos. Y como de la ilusión también se vive, tengo puestas las esperanzas en que alguna editorial o alguien del mundo de las letras se interese por este articulista que, después de llevar más de una treintena de artículos publicados en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, ahora se compromete a realizar dos artículos al mes, con el deseo de seguir compartiendo ideas, conceptos y realidades que sirvan para pensar, para conocer otras perspectivas vitales, para producir emociones en la gente, y para humanizar un poco más este mundo.

El tejer de las palabras es una actividad que viene siendo realizada desde hace miles de años; nuestro devenir lingüístico y literario ha sido para la Humanidad uno de los inventos más transformadores del mundo, que ha incidido en los procesos de desarrollo personal y social, que ha permitido una evolución cultural de gran calado, que ha producido cambios significativos en todas las disciplinas del conocimiento, en especial, en nuestro cerebro. Hablar y pensar, escribir y pensar, leer y pensar son tareas culturales en las que nuestra especie se va haciendo a sí misma. Este caminar por la senda del lenguaje nos afecta a todos, y en el caso de quienes leen y escriben asiduamente, la incidencia en sus desarrollos cognitivos y sociales se multiplica.

Por ello, este epígrafe Tejiendo palabras será para mí el recordatorio de mi compromiso con los lectores en la bonita tarea de pensar, leer y escribir, con el propósito de emocionarnos, amarnos, humanizarnos.

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