Opinión | el ángulo
Omnijunts
El nacionalismo catalán conservador duda entre estirar más la cuerda pero sin llegar a romperse o tragarse el sapo de Vox como si fuera algo casual
Y el Gobierno volvió a llevar a votación al Pleno del Congreso un decreto ómnibus, de esos en que deben aprobar muchas medidas y todas revueltas, entre ellas una trascendental para el sistema de bienestar, dejando a la oposición entre la espada y la pared. Y lo que funcionó la legislatura pasada no lo hace en esta, la geometría variable de antes que salvaba las votaciones en el último minuto a un todo o nada, ahora se ha convertido en nada. Junts está en el no permanente por mucho que vaya a mediar Santos Cerdá, Zapatero o Bolaños. La inaplicación de la amnistía por los tribunales se le ha atragantado a Puigemont y no encuentra mucho estímulo en apoyar a un gobierno que no le puede reportar más beneficios como partido ni como país, no gobierna en ninguna institución importante del territorio. No creo que su acercamiento al Partido Popular, y su giro más a la derecha, tenga tanto que ver con la aparición de Alianza Catalana como competencia electoral en el ultranacionalismo sino como una salida pragmática a su situación procesal. Gabriel Rufián lleva semanas repitiendo que Junts haría presidente a Feijóo con la esperanza de que ejerciera su «control sobre los jueces», tenemos la sala segunda del Tribunal Supremo como dijo el portavoz del PP en el Senado hace ya siete años. El nacionalismo catalán conservador está en la duda de estirar más la cuerda pero sin llegar a romperse o tragarse el sapo de Vox como si solo fuera una cuestión de casuales coincidencias.
Mientras se decide y Podemos, a su vez, sigue aumentando la presión contra el PSOE y Sumar con un tono más diferenciador del de sus antiguos aliados, me jugaría algo a que Pedro Sánchez está articulando su próximo movimiento.
Ayer por la mañana cuando sabían que el decreto iba a decaer, tumbando la revalorización de las pensiones, dejando sin efecto las bonificaciones al transporte público y algunas de las ayudas a los afectados por la DANA o el volcán de La Palma, mantuvo la votación, no como hizo con el techo de gasto, e inmediatamente reclamó al PP su responsabilidad. Si el presidente del Gobierno necesitaba de un armazón ideológico para ir a elecciones, aquí lo tiene, la defensa del escudo social y la protección de las prestaciones, frente a una derecha nacional o catalana insolidaria. Sabe que tiene 12 millones de pensionistas esperando, y no es de dejarse perder si no hay cálculo detrás. El Partido Popular ha reaccionado tomando su iniciativa, redactando proposiciones de ley individuales para cada asunto pero quizás ya va tarde. Aquí está la baza electoral en un país polarizado, la derecha de un lado, la izquierda de otro y el PNV decisivo como siempre.
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