Opinión | SALA DE MÁQUINAS
Un par de canelos
Imagínense a Macron en el trance de tener que viajar a Córcega porque un pequeño partido regional allí establecido, de carácter independentista, hubiera obtenido un puñado de parlamentarios que en la Asamblea Nacional resultasen determinantes para aprobar leyes, presupuestos... Sigamos imaginando que esos líderes corsos hayan sido procesados por sedición, pero que, refugiados en algún otro lugar de Europa, siguen dominando la política francesa con su puñadito de votos, obligando al presidente de la República a negociar y amenazándole con mociones de censura... Imaginemos al canciller alemán o al primer ministro británico en una tesitura parecida... ¿Podríamos creerlo?
En España esto mismo ocurre desde hace ya muchos años, tantos que casi se ha normalizado una situación tan anómala como ridícula. El hecho, tan triste como real, de que Carles Puigdemont, un prófugo de la justicia española, sea dueño y señor de su política, capaz de tumbar un gobierno y de nombrar otro, de derribar o hacer aprobar las principales normas de una legislatura, de añadir o quitar impuestos pone en quiebra al sistema y en ridículo a sus dos principales valedores: Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Dos políticos de medio pelo que, en lugar de solucionar las graves averías de la casa común, se echan las culpas de la falta de eficacia y transparencia en la gestión de las administraciones públicas.
Para que Puigdemont pasara al olvido y feneciera por inanición bastaría que estos dos supuestos líderes acordasen una hoja de ruta común en aquellas razones o materias de Estado que se considerasen del interés general de todos los españoles. Pero, como si fuera una mascota, ambos lo alimentan, cuidan y miman, le consultan y hasta ruegan que no los olvide ni deje caer, sugiriéndole implícitamente que pronto volverá a la política catalana y, tal vez, a recuperar la Generalitat...
Bastaría que PSOE y PP, que PP y PSOE, cerrasen un pacto de mínimos para alumbrar este agujero negro. ¿No saben, no quieren, no pueden...?
Bastaría que cambiasen la ley electoral. ¿Qué se lo impide?
Bastaría que escuchasen a la mayoría pueblo español, pero le prestan más atención a la minoría de Junts. ¿Se imaginan a Macron haciendo el canelo de esta forma?
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