Opinión | FIRMA INVITADA
Libertades amenazadas
La libertad de los lobos es la muerte de las ovejas. Es la reflexión de Isaiah Berlin un filósofo liberal que vivió prácticamente todo el siglo XX. Berlin diferenciaba dos tipos de libertad: la negativa y la positiva. La libertad negativa consistiría en los derechos políticos que en los periodos predemocráticos solo los disfrutaban algunos sectores de las clases ricas, básicamente la aristocracia. Se trata de la libertad de pensamiento, expresión, asociación y participación política, en suma, los tradicionales derechos civiles que configuran la democracia actual. Estas son las únicas libertades que propugnan algunos sectores de la derecha política, económica y social: que la gente haga lo que quiera sin mayores cortapisas. Así si uno no se quiere poner la mascarilla en un lugar público en un contexto de pandemia covid pues puede no hacerlo o si se permite las reuniones en lugares públicos, como bares, en este mismo contexto, pues no pasa nada. O la libertad de tomarte unas copas antes de coger el coche, aunque ponga en riesgo la vida de otros. ¿Les suenan estos casos de políticos españoles ultraliberales? Ocurre que las libertades de unos pueden tener consecuencias graves para otros, como nos recuerda Joseph Stiglitz en su reciente magnífico trabajo, Camino de libertad. Los liberales de los siglos XVIII y XIX reivindicaban estas libertades negativas de las que no disfrutaba la sociedad y esas libertades han constituido la esencia de las democracias liberales tal como las conocemos hoy en día. Eso era entonces y así quedó el escenario de nuestras democracias durante estos más o menos 200 años.
Pero estamos, ahora, en el siglo XXI y a poco que miremos a nuestro alrededor observaremos que la libertad de unos puede reducir la libertad y las oportunidades de otros. Los mercados desregulados dan mucho poder a los poderosos y someten al sistema a crisis periódicas que las pagan y sufren amplias capas de la sociedad y no precisamente las más altas. No pagar impuestos, no contribuir, reduce la libertad de otros de acceder a unas determinadas atenciones sanitarias o educativas o a reducir sus niveles de vida. A esto se refiere la libertad positiva, a la posibilidad de que cada individuo pueda desarrollar su potencial, realizar su proyecto de vida.
En nuestro país tenemos ejemplos de la aplicación de las peores libertades negativas y positivas. La Comunidad Autónoma de Madrid es el caso más llamativo y con los peores resultados del no prohibir, de la llamada libertad negativa. La libertad de abrir los bares en la crisis del covid, junto a los Protocolos de la muerte, condujo a la mayor tasa de mortalidad por volumen de habitantes entre las comunidades autónomas, siendo que Madrid tiene una población más joven que otras comunidades. En cuanto a las libertades positivas aplicadas en esa Comunidad, vemos por ejemplo que políticas se aplican en sanidad o educación. La brutal restricción presupuestaria a las universidades públicas está deteriorando la calidad de estas mientras se abre la puerta a las universidades privadas, sin una garantía de un nivel académico adecuado y una selección de alumnos sesgada en función de la renta. O cómo el deterioro de la sanidad pública madrileña lleva a un incremento espectacular, el más alto junto con Cataluña, de los seguros privados. La libertad positiva requiere recursos y eliminar las barreras a la igualdad de oportunidades. Las normas fiscales que promueve esta Comunidad van a favorecer la libertad de los poderosos y limitar la de las débiles. En algunos casos asumiendo, inaceptablemente, la defensa pública del novio de la presidenta de Madrid con asuntos pendientes ante los tribunales por presunto fraude fiscal y otros delitos. Ya no son sólo leyes que favorecen a unos poderosos en perjuicio de los débiles. Lo público se mezcla con lo privado en una concepción patrimonialista de las instituciones: si gobierno yo, está bien; si no, son okupas que hay que desalojar como sea.
Pero no acaba ahí el combate contra la libertad de los sectores ultraliberales: las manifestaciones continuadas ante la sede de algún partido y, en estos últimos tiempos, las agresiones incluso físicas a periodistas están dañando las libertades negativas conquistadas hace años. Se avecinan tiempos duros, pero a apretar los dientes y a seguir defendiendo todas las libertades. Nunca fue fácil.
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