Opinión | erre que erre

"Mr. Trump, váyase a la mierda"

Donald Trump, durante su discurso de investidura en el Capitolio

Donald Trump, durante su discurso de investidura en el Capitolio / KEVIN LAMARQUE / POOL. EFE

La frase la dijo en el Europarlamento Anders Vistisen que es un diputado europeo de la ultraderecha de Dinamarca en un debate sobre las intenciones del retornado presidente de EEUU de hacerse con Groenlandia. «La isla es parte de Dinamarca desde hace 800 años, no está a la venta y déjenme que lo diga en palabras que seguramente pueda entender: señor Trump, váyase a la mierda», dijo ante el pleno de Estrasburgo el diputado que forma parte del mismo grupo parlamentario que Vox, la Liga de Salvini y el partido del húngaro Orbán. ¿Un ultra contra Trump?

Y es que la semana de la toma de posesión del americano ha sido de locos. Sabíamos qué venía, pero preocupante ha sido ver cómo se ha presentado todo desde el lunes en el Capitolio. Ver a los líderes empresariales del mundo aplaudiendo a rabiar a Trump pone los pelos de punta. Por ejemplo los fundadores de Google, antes demócratas e inmigrantes... El dueño de Apple, Tim Cook, el mayor fabricante de teléfonos del mundo, aplaudía con pasión que un señor tome medidas homófobas, negacionistas, racistas. Por que su compañía, igual que las de los otros ricos que estaban allí, llevan años vendiendo la diversidad. Una locura. Parece un contra todos.

Resulta que esas compañías eran de la cultura ‘woke’ (desperté, pasado del verbo ‘wake’) término acuñado para definir la defensa de temas sociales y políticos y en especial contra el racismo y lo tomaron como una forma de definir la filosofía de esas empresas. El uso de esa palabra surgió dentro de la comunidad negra de EEUU y originalmente quería decir estar alerta ante la injusticia racial. En los últimos tiempos se convirtió en sinónimo de políticas de izquierda.

Pero ahora se le ha dado ya la vuelta. Hay quien define el ‘wokismo’ como el estilo que describe a individuos hipócritas que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas. Los críticos con ‘woke’, ahora los dueños de esas empresas, cuestionan los métodos coercitivos que se utilizan contra los que dicen cosas o cometen actos que se conciben como misóginos, homofóbicos o racistas.

Otro ultra, el argentino Javier Milei, lo aclaró también esta semana en Davos: «Feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género, son cabezas de una misma criatura cuyo fin es justificar el avance del Estado mediante la apropiación y distorsión de causas nobles». «El ‘wokismo’ defiende un ambientalismo fanático donde los seres humanos somos un cáncer que debe ser eliminado, y el desarrollo económico poco menos que un crimen contra la naturaleza».

¿Será que las redes sociales nos vuelven locos y cambiantes? Pedro Sánchez dice que hay que regularlas, pero deberían empezar por no financiarlas con campañas publicitarias de los gobiernos. ¿O será que el mundo gira hacia el otro lado? 

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