Opinión | CON SENTIDO / SIN SENTIDO
La desaparición de los rituales
La filosofía, que fue desenmascarada por Nietzsche como un tipo de onerosa literatura, hoy ha quedado arrinconada por el discurso tecnocientífico y la expansión digital del storytelling. Desde ese rincón a veces resurge como instrumento de pensamiento incisivo y vivo: eso ocurre con los escritos de Byung-Chul Han. Este pensador coreano, afincado en Alemania, aplica el escalpelo de sus aforismos a nuestro desconcierto neoliberal poniendo en evidencia hasta qué punto bogamos hacia el naufragio. Su libro La desaparición de los rituales. Una topología del presente parte precisamente de esa pérdida de lo simbólico como indicio de un malestar, de una crisis que también se manifiesta en el retroceso de lo comunitario («los rituales hacen que uno se trascienda a sí mismo»).
Ese atroz individualismo engendra un homo pscychologicus narcisista, atrapado en sí mismo, carne de depresiones y enfermedades mentales (aquí acertó el desacreditado Errejón). La desaparición de los rituales conlleva también la de la fiesta comunitaria, sustituida por el trabajo y los eventos, que imponen una «temporalidad azarosa y no vinculante, en las antípodas del tiempo ritual»; tempo vacío para unas masas que nada tienen que ver con la comunidad vinculada que religa frente al capitalismo masivo que separa. El capitalismo está en las antípodas de las genuinas religiones –del latín religare: unir–, por eso cuenta en lugar de narrar privando al tiempo de toda significación. La comunidad también se fundamentaba en lo lúdico, pero «la sagrada seriedad del juego ha dejado paso a la seriedad profana del trabajo y la producción».
Estamos en una sociedad que proscribe el juego y la forma, también los significantes, a favor de una dictadura del significado. Se menosprecia la cortesía, los modales ritualizados, la seducción..., a favor de una «autenticidad» pornográfica: Trump. Hasta en la universidad, convertida en una empresa neoliberal más, dejan de tener sentido los rituales y solo quedan los eventos (graduaciones y demás).
Se impone también una versión consumista de la cultura, la «hipercultura» y sus mercancías extendidas rizomáticamente, o del turismo, que «recorre no-lugares vaciados de sentido (el tradicional viajero o peregrino se vinculaba a lugares y habitantes). Hasta la libido se ha mercantilizado en esta «época postsexual», imponiéndose la pornografía («dispositivo neoliberal») a la seducción. Son síntomas, todos ellos, de un inquietante giro copernicano hacia el «dataísmo»: «el hombre abdica como productor de saber y entrega su soberanía a los datos».
Suscríbete para seguir leyendo
- Los Zagales, el bar “del otro Tubo” de Zaragoza que vende 400 bocadillos al día
- Una paz humillante convertirá a Ucrania en un foco de tensión para Europa: 'Recuerden al Ejército alemán de los años 20
- La Policía busca a un exalumno del IES Ítaca por clavarle un destornillador a un estudiante en el recreo
- El precioso pueblo de Zaragoza con un curioso nombre y un gigantesco castillo
- Los pitos a Lluís López y el optimismo de Miguel Ángel Ramírez
- Un total de 2.345 VPO pasarán a ser libres en Aragón durante 2025
- El bonito nombre de niña que enamora a los amantes de la montaña en Aragón
- El Zaragoza mancha su historia. La crónica del Real Zaragoza-Burgos (0-1)