Opinión | EDITORIAL

La balanza del empleo se equilibra

Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) que se conocieron ayer ponen de manifiesto el efecto positivo que la buena marcha de la economía está teniendo también en el mercado laboral, que cerró 2024 con un total de 21,85 millones de ocupados, un récord histórico en términos absolutos. Aunque el índice de desempleo sigue siendo alto, un 10,6%, es sin embargo el más bajo desde el segundo semestre de 2008, justo cuando la burbuja financiera e inmobiliaria estalló y la economía y el empleo se hundieron. Son, por tanto, noticias positivas, aunque en un ambiente político tan polarizado como el que se vive en los últimos años es difícil a veces apreciar que algo va bien o que no va tan mal. Con tanto ruido ambiental, el Gobierno pierde la capacidad de divulgar noticias sobre las cosas positivas, a la oposición no le interesa que se hable de ellas y a la ciudadanía le llegan velados indicios de que hay elementos favorables, incluso cuando muchos ciudadanos se ven beneficiados por ellos. Es, por tanto, necesario valorar los datos en su justa medida, en su parte beneficiosa y en aquella que precisa de mejoras para avanzar en la buena dirección.

Hay más apuntes positivos en los datos de la EPA. El 97% del empleo nuevo se creó en el sector privado, algo digno de mención, como lo es también que no solo se haya creado trabajo en la restauración sino también en educación y programación y consultoría, y que la ratio de temporalidad haya seguido bajando desde la reforma laboral de 2021, y se haya recortado en un punto en los últimos 12 meses. Si analizamos algunos de los discursos políticos y económicos que persisten en incidir en la precariedad de los empleos que se crean, lo que no es del todo falso, estos datos vendrían a matizarlos, por más que sería necesario que la temporalidad siguiera bajando en el mercado laboral español. Del mismo modo, sería deseable que la tasa de desempleo se situara en los estándares europeos, cuatro puntos por debajo de ese 10,6% español. Quizá un dato que debería llevar a la reflexión a los responsables políticos es el hecho de que la mayor tasa de temporalidad se produce precisamente en el sector público: el 28,3% de los empleados de la Administración pública son temporales, entre ellos parte del personal sanitario y educativo. Desciende la temporalidad, por tanto, pero sube la parcialidad, que afecta más a las mujeres, y se mantiene un alto índice de desempleo juvenil, el 24,9% entre los menores del 25 años, una lacra que sigue sin superarse.

Los datos aragoneses son mejores que los del conjunto del Estado. La comunidad registró en el cuarto trimestre de 2024 una tasa de paro del 7,62%, la segunda más baja de España, mientras que el empleo rozó los 625.000 ocupados (el segundo mejor registro de la serie histórica), lo que demuestra el dinamismo del mercado laboral aragonés. Las inversiones anunciadas en los últimos meses ya tienen su reflejo en el sector de la construción y el sector servicios sigue tirando del carro, aunque se nota la inercia del descenso de ventas de vehículos, un sector muy sensible para Aragón. Sea como fuere, la tendencia es positiva y las expectativas no hacen sospechar que vaya a cambiar el escenario.

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