Opinión | EDITORIAL

La educación y la falta de docentes

Faltan profesores en Aragón. Esta es una afirmación suficientemente preocupante en sí misma, pero si se analiza en profundidad, se escucha a los protagonistas y se atiende a las medidas que se están adoptando, y sobre todo los resultados que se obtienen con ellas, quizá aumenta esa preocupación. Por varios motivos. En primer lugar, porque la Administración se está viendo abocada en Educación Secundaria a hacer llamamientos ordinarios y extraordinarios cada semana para cubrir vacantes. Además, esta inestabilidad se produce según va avanzando el curso y es el alumnado quien paga las consecuencias de que lo excepcional se haya convertido en norma, o al menos ellos son siempre los que están más expuestos. Y en tercer lugar, porque este problema de las vacantes sin cubrir no es algo nuevo en Aragón, ya está ocurriendo en otro ámbito igualmente esencial como es el de la sanidad, al que se suma la educación, dos pilares básicos del Estado del bienestar.

Analizando la voz de los protagonistas, se entiende que la Administración está intentando poner solución al problema, pero a la vez que los alicientes están resultando insuficientes para el potencial destinatario de estas medidas. Especialmente se está produciendo en materias muy concretas de la Educación Secundaria, sobre todo en las relacionadas con las matemáticas, la informática... ¿Son malas condiciones las que se ofrecen para ocupar un puesto de docente de la materia? Son estos alicientes los que conviene revisar, quizá escuchar lo que reivindica el profesorado e intentar llegar a un punto de entendimiento. Porque lo que está claro es que Aragón necesita que haya suficientes profesores para formar a generaciones que están llamadas a entrar en un mercado laboral que, en la comunidad, se prevé más boyante y competitivo. Necesita más docentes que impartan materias acordes a las necesidades del futuro en el territorio, para crear una cantera bien preparada para aprovechar todas esas oportunidades que se han prometido. Y eso se empieza a fabricar hoy, no el día de mañana.

Por otra parte, a nadie se le escapa que tanto en la sanidad como en la educación públicas hay denominadores comunes que hacen compartir parte de su diagnóstico. Por ejemplo el componente del medio rural y cómo los incentivos para trabajar en él no atraen lo suficiente a los aspirantes a esas plazas que luego se quedan sin cubrir. Cómo se les estimula, qué condiciones son mejorables y cuáles no. No es solo un problema de dinero, eso queda claro, pero si no se da con la fórmula, en el futuro la demografía puede presentar un escenario aún peor para esos municipios. Tener personal suficiente en servicios básicos como estos también es un factor clave para asentar población. Y esos pequeños municipios no están para perder oportunidades de mantenerse vivos. Cueste lo que cueste, hay que intentarlo.

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