Opinión

El 'milagro' económico de Aragón

La comunidad ha dado un paso de gigante en las últimas décadas por su capacidad para pensar distinto y aprovechar los recursos endógenos que permanecían en el olvido

Movimiento de contenedores en la Terminal Marítima de Zaragoza (TMZ), uno de los principales puntos de entrada y salida de mercancías en Aragón.

Movimiento de contenedores en la Terminal Marítima de Zaragoza (TMZ), uno de los principales puntos de entrada y salida de mercancías en Aragón. / Jaime Galindo

Milagro es aquel hecho no explicable por las leyes naturales que se atribuye a la intervención sobrenatural de origen divino. No es precisamente lo que está ocurriendo en Aragón en los últimos años, pero si nos atenemos a lo sucedido bien podría decirse que existen factores intangibles que han contribuido a que la comunidad sea considerada, dentro y fuera de España, como un territorio próspero. Ningún dios ha intercedido para que el ‘milagro’ económico de Aragón sea una realidad, aunque esta teoría se apoya en cimientos sólidos que han estado siempre ahí pero que ahora emergen como palancas de desarrollo. La localización en el contexto nacional y europeo, la capacidad de generar energía renovables con el viento y el sol, la riqueza natural e hidrológica innatas a la comunidad y el ADN de empresas y personas han conformado un ecosistema envidiable. Estos vectores, que hasta bien entrado el siglo XXI parecían indetectables, han sido el catalizador de la economía regional. 

Esa inercia tan positiva llevó a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN a lanzar, hace ahora un año, el suplemento económico ‘activos’. La intención era que el diario fuera una pieza más de ese engranaje que empuja a la comunidad hacia ese futuro innovador, digital, sostenible y competitivo. En los últimos 12 meses, la publicación han sido testigo de la fuerte irrupción de la tecnología, el prometedor futuro del automóvil y la llegada de nuevos proyectos de envergadura vinculados a la agroalimentación, la energía y el sector logístico. Sus protagonistas han dado fe del tirón de la economía aragonesa en sus páginas.

En definitiva, la pujanza del sector empresarial y la diversificación del tejido productivo no deja de sorprender por su resiliencia, su capacidad de adaptación a las turbulencias de este siglo XXI, su apertura hacia los mercados exteriores y su tesón por alcanzar los objetivos. El expresidente uruguayo y uno de los principales referentes políticos de Latinoamérica, José Mújica, dijo en una de sus últimas entrevistas que «el verdadero triunfo en la vida es levantarse y volver a empezar». Pues bien, esta es, precisamente, una de las premisas que explican el milagro económico de Aragón, título de la jornada que este diario celebrará el próximo día 18 y con la que se quiere conmemorar el aniversario de ‘activos’, además de subrayar el dulce momento económico que atraviesa la comunidad. 

El mayor revulsivo y el mejor antídoto para afrontar posibles turbulencias son la cooperación y la innovación de la mano de los clúster

Los vientos de cola parecen mantenerse en este comienzo de año como reflejan los datos de creación de empresas, que cerró 2024 con un crecimiento del 9,4%, lo que representa la segunda mejor cifra histórica de Aragón. El efecto contagio de las grandes inversiones estratégicas en el resto del tejido empresarial y en sectores como la industria, los servicios, la logística y el transporte así lo certifican. También lo avala un mercado laboral que va viento en popa, con una tasa de paro del 7,62%, la segunda más baja del país y más de 624.000 ocupados, el segundo registro más alto de la serie histórica. No obstante, este escenario tan boyante también implica sus riesgos. La gran batalla que ha de librar Aragón en los próximos años será la de atraer trabajadores y talento, el mejor motor posible para la economía.  

Otro de los retos a los que se enfrenta la comunidad será su capacidad para sortear un escenario internacional plagado de incertidumbres. La atonía de las principales locomotoras de Europa, con Alemania a la cabeza, comienza a hacer mella a la industria aragonesa y eso también se refleja en los indicadores macroeconómicos. 

Pese a ello, existen herramientas para combatir el escenario y una de ellas son los clúster. Ese cambio en el que está inmerso la economía aragonesa se ha traducido en la creación de estas agrupaciones, que se han convertido en el gran termómetro de la economía y en el gran referente de las empresas. Hoy son ya el mayor revulsivo y el mejor antídoto para afrontar posibles turbulencias, con la cooperación y la innovación como los grandes instrumentos. Simbolizan la renovación, como ha quedado demostrado esta semana con el nacimiento del clúster industrial de la construcción (CICA) y la anterior con el de MetalHub, pero que tiene notables precedentes en el Caar, Tecnara y otros ya constituidos.

El milagro económico de Aragón, en definitiva, es posible porque, más allá de inversiones previstas, hay otra forma de hacer las cosas y porque existen factores y recursos endógenos que no habían salido a la superficie, pero estaban ahí. Hay que seguir aprovechándolos porque son oro.

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