Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Medicina del alma

Una de las películas más interesantes que ha podido verse en las últimas semanas es Sing Sing, de Greg Kwedar, protagonizada por Colman Domingo y Clarence Maclin.

Su historia nos cuenta la de un puñado de presos de una de las cárceles más famosas de Estados Unidos, en la que penan por graves delitos. Desde el primer momento, la trama nos los presentará como aficionados al teatro. No lo eran antes de ingresar en presidio, pero entre las actividades programadas en el centro figuraba una de iniciación a la interpretación dramática; unos cuantos se apuntaron y, poco a poco, se irían aficionando a la práctica de encarnar personajes; por extensión, al teatro.

Tanto, que incluso llegan a integrar una pequeña compañía, coordinada por un monitor profesional. El ciclo de sus clases periódicas y ensayos concluye con una representación ante los demás reclusos y autoridades de la prisión. Eligiendo para ponerla en escena bien una obra clásica, bien una pieza moderna escrita por alguno de ellos. Uno de los presos, particularmente, tiene buena pluma. Había escrito textos antes de ingresar en Sing Sing y dedicará su talento a tratar de crear para sus compañeros papeles adecuados tanto a su personalidad como al gusto del público que vaya a sentarse frente a su escenario, improvisado en un polideportivo.

En el trasfondo de este notable film y de la interesante historia que la sustenta, subyace la siguiente cuestión: ¿es posible redimirse gracias a la cultura? Responder a la pregunta de si ésta, en la forma teatral en la que se presenta, reúne suficientes virtudes terapéuticas, reformadoras y reconstituyentes de los hábitos sociales para cambiar a un delincuente, invitándole a pasar del lumpen a la dignidad, del analfabetismo a la formación, del bestialismo al pensamiento lógico y de ahí a la reinserción...

Porque, si dicha recuperación no se intenta o ejercita a través del lenguaje, de la palabra, de los libros y poemas, o del teatro, ¿con qué otros medios se pretende conseguir? La lección moral de Sing Sing es valiosa porque viene a reafirmar las potencialidades de la cultura clásica, de la imaginación y de la creatividad, con el objetivo de enderezar vidas que se creían perdidas.

Como una medicina del alma...

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