Opinión | SALA DE MÁQUINAS

‘Godspell’

En el Teatro Principal de Zaragoza puede verse Godspell, un espectáculo musical cuyo origen hay que buscarlo en la contracultura norteamericana de finales de los años sesenta y principios de los setenta.

Por entonces, la figura de Cristo interesaba a la vanguardia en la medida en que su predicación del amor abarcaba todas las clases sociales, con especial incidencia entre los más desfavorecidos, las víctimas de las injusticias sociales, de cualquier marginación, o de las guerras. Jesucristo Superstar, por ejemplo, sería otra muestra de cómo traer al Nazareno a aquel presente, a fin de ejemplificar su figura e intentar aplicar su moral a los convulsos tiempos de «la revolución de las flores» o de Mayo del 68.

Inspirándose en el Evangelio de San Mateo, que asimismo Pasolini utilizaría en su película sobre Cristo, John Michel Tebelak creó Godspell, un musical con una decena de bailarines/actores encargados de representar una vez más la vida y pasión de Jesús, pero en formato de show y con un guion hilvanado a base de melodías y canciones de muy distintos orígenes.

La versión que ahora, casi medio siglo después de su estreno en Nueva York, llega al Principal, es la original, aunque acertadamente adaptada por Emilio Aragón, con dirección de Víctor Ullate Rocha.

A lo largo de las dos horas de espectáculo veremos a un lúcido y pacífico Jesús de Nazaret tratando de instruir con sus enseñanzas, sacrificios y parábolas a un grupo de apóstoles, de judíos, de romanos cuya moralidad distaba mucho de los nuevos principios que aquel joven revolucionario nacido en Belén pretendía instalar en su sociedad como banderas a seguir hacia una convivencia en paz, más allá de la dominación romana y de los poderes terrenales. Cristo fue condenado, torturado y ejecutado por los fariseos y por Poncio Pilatos, desenlace que no variará en el musical, cerrándose con la gloria de la resurrección, bien del cuerpo, del espíritu o de la palabra de quien fue llamado el Hijo de Dios.

Original y artísticamente muy meritorio ejemplo de cómo la Historia Sagrada inspira, en toda época, en cualquier formato, otras muchas historias, también universales, con su mezcla de moral, espectáculo y drama. Añadamos, en el caso Godspell, humor, ritmo y complicidad.

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