‘Cruzados’ y ‘vaqueros’

Donald Trump no es un héroe solitario porque ni ha hecho nada heroico ni está solo. Lo acompañan, por desgracia, una serie de sujetos que se le parecen bastante, que tampoco son héroes, y que tampoco están solos.

Uno de ellos es el vicepresidente Vance, quien se presenta a sí mismo como «escritor». No es del todo falso, pues ha escrito un libro, Hillbilly, una elegía rural, cuyo contenido, moralmente repulsivo, llega incluso a superar la abominación del estilo. Este turbio personaje, exmarine combatiente en Irak, se ha permitido despreciar, incluso ofender a una Europa cuyos parámetros de educación, civilización, conocimiento y sensibilidad lo situarían, en un plano comparativo, como lo que realmente está demostrando ser: un ultraconservador nacionalista partidario del supremacismo encarnado en su jefe Trump.

Pero quien, por su parte, da un paso más, hasta abrazar el nazismo, es el nuevo secretario de Defensa, Pete Hegseth. Antiguo marine, como Vance, y presentador de la cadena Fox (la única que gusta en la nueva Casa Blanca), adorna igualmente su currículum con el membrete de «escritor». Lo es también, ciertamente, pues ha publicado varios libros, aunque su contenido supere en horrores incluso a la única obra de su colega Vance.

En una de las cubiertas de esos «libros», Cruzada Americana, el propio Hegseth posa delante de una bandera del Tío Sam desplegada a su espalda, luciendo en su hormonado y súper desarrollado bíceps el tatuaje del fusil de asalto AR 15, decorado con barras y estrellas, con el que combatió en Irak. En el pecho y en la espalda tiene varios tatuajes más, habiéndose grabado un versículo de San Mateo, el grito de guerra de los cruzados, una cruz y una espada, y una cruz todavía más grande, la de Jerusalén, porque es ferviente católico.

Con estos «vaqueros», o «cruzados», Donald Trump se propone expulsar a «indios» (ucranios) e «infieles» (palestinos) de los lugares que, según los nuevos nazis de la Casa Blanca, ocupan de manera ilegítima.

Europa hará muy bien en parar los pies a tales fanáticos, cuyo odio a la democracia, a la integración, a los valores de la convivencia y de la igualdad es solo equiparable a su ignorancia. Yankees go home!

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