Opinión | CON SENTIDO/SIN SENTIDO

El Olimpo digital

El Olimpo no está ya en Grecia. Está en las pantallas. En la TV, el streaming, las redes sociales… Hoy la fama no se alcanza por la calidad, sino por el número de seguidores en Instagram o Tik Tok, por la audiencia que tienen tus discos, shows televisivos, libros o películas. Los prescriptores tradicionales o se han volatilizado o son reliquias: mandan las grandes operadoras de productos culturales al dictado de los likes y las tendencias. Todo el mundo se muere por dar el salto a esa celebridad, por convertirse en un icono pop, porque eso, además de fama, genera dinero. La nueva aristocracia icónica tiene influencia, es trendy, está como un dios en todas partes y todas las marcas quieren que las represente… Estos iconos se retroalimentan entre sí, los pastores televisivos del prime time (Broncano, Motos) los llevan y se autoadulan para regocijo de una audiencia a la que se otorga su momento de gloria en una bañera o bidé. A su vez, los grupos mediáticos, que controlan un gran abanico de productos culturales, promocionan a los de su cuadra olímpica en un interminable circuito cerrado endogámico.

La calidad es ya asunto secundario, lo importante es tener el refrendo de las masas que se traduzca en beneficios para iconos y promotores. Entre estos nuevos olímpicos, hay gente de talento -el citado Broncano incluido- que hacen propuestas interesantes, de calidad en su género (en todos se puede ser creativo); hay, empero, legiones de «creadores» que se han instalado en esa cima virtual de la fama basándose exclusivamente en su tirón mediático, en la oportunidad que les ha otorgado la huera dinámica celebrity de medios y redes, sin ofrecer nada sustancioso. Estos eclipsan a una mayoría talentosa que no tienen acceso al mítico monte o se muere de asco. Y eso se debe, en parte, a que triunfa entre el público un papanatismo olímpico que no es exclusivo de los más adictos a los productos más populares; me sorprende encontrar gente, supuestamente intelectual, seguidores del establishment en todas sus vertientes creadoras. Puedo entender que optes a veces por el, siempre inducido, mainstream, pero que ese sea tu criterio en todo momento resulta más que sospechoso. Y es que el Olimpo tira mucho; seguimos necesitando dioses y héroes, y más ahora que el desconcierto es total. El panteón del pico sacro está cada vez más superpoblado y, lo que es más grave, plagado de falsos dioses o de otros que, tras haber acreditado cierta divinidad, se han echado a dormir en esas lomas… Quizá, como en la antigua Bizancio, necesitemos un movimiento iconoclasta que purifique aquellas cimas superpobladas…

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