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Adivina, adivinanza

"Mil años tardó en morirse, pero por fin la palmó, los muertos del cementerio están de fiesta mayor…". Así comienza Adivina, adivinanza, canción de Joaquín Sabina grabada en 1981 en el disco La Mandrágora. Una sátira llena de humor que disfrutamos los demócratas aquellos primeros años de libertad, tras la muerte del dictador en 1975 y la aprobación de la Constitución de 1978.

Este año recordaremos la muerte de Franco, la Transición y el largo y positivo período democrático vigente. El Gobierno publicó el 8 de enero pasado un Real Decreto creando un comisionado encargado de organizar actos a lo largo de 2025 para celebrar los "50 años de España en Libertad” y ese mismo día se realizó en Madrid el primero de ellos.

"Es incomprensible que la derecha democrática no participe en estos actos", explica Javier Fernández, teniente coronel, doctor en Derecho, profesor universitario, exdelegado del Gobierno en Aragón y autor de once libros; el último Años de traición (Doce Robles, 2024). Fernández pronunció el pasado 13 de febrero una magnífica conferencia sobre Franco y el franquismo, 1939-1975, tema en el que es experto, convocada por el Colectivo Pensamiento Crítico.

Las efemérides que recordaremos en los diferentes actos serán vividas con mayor o menor entusiasmo. Pero, coincidiendo con el profesor Fernández, es incomprensible que se nieguen a participar organizaciones que se dicen democráticas, cuando todos los demócratas deberíamos alegrarnos de poder celebrar que nuestro país viva bajo un régimen de derechos y libertades que el franquismo nos negó.

¿Cómo no vamos a recordar la muerte del dictador que nos oprimió durante cuarenta años? ¿Cómo no vamos a alegrarnos de que finalizasen los días de quien impedía que construyéramos una España en libertad? ¿Cómo no vamos a celebrar que pasase a mejor vida uno de los artífices del golpe de Estado contra el legítimo Gobierno republicano, que se proclamó Caudillo de España por la gracia de Dios y que después de una guerra civil en la que según el catedrático de Historia Contemporánea Julián Casanova murieron 600.000 españoles, ordenó aún el fusilamiento de 50.000 personas en los primeros siete años tras la guerra, entre 1939 y 1946?

«El Generalísimo iba a cerrar sus actuaciones como las había iniciado cuarenta años atrás: con fusilamientos al ama­necer», nos cuenta el periodista Miguel Ángel Aguilar en un reportaje sobrecogedor que publica en su libro En silla de pista (Planeta, 2018) en el que relata los cinco últimos fusilados por Franco el 25 de septiembre de 1975, dos meses antes de su muerte, a pesar de la conde­na, la solidaridad internacional y la petición de clemencia de grandes personalidades como el Papa Pablo VI o el primer ministro sueco Olof Palme, entre otras muchas. ¿Cómo no vamos a celebrar que semejante personaje desapareciese por fin de nuestras vidas?

El 20 de noviembre de 1975 la olla a presión perdió la tapa y una ola de ilusión invadió todos los rincones de la geografía española. Había que superar aún mu­chas dificultades, tendríamos todavía que sufrir mucho dolor provocado por los hijos del franquismo y del terrorismo de ultraderecha, siendo el más salvaje el crimen de los abo­gados de Atocha que se produciría el 24 de enero de 1977; pero la suerte de la democracia estaba echada y todos debíamos contribuir a que esta llegara a buen puerto.

Sabina acertó, pero no solo estaban de fiesta mayor los muertos del cementerio, ese día muchos millones de españoles también lloraron, como Arias Navarro, pero de emoción porque desapareciese, de una vez por todas, la bota que llevaba cuarenta años sometiéndonos al yugo de la opresión y castigando con la cárcel e incluso asesinando a los que se oponían a su dictadura.

Bienvenidos sean todos los actos públicos y privados que se organicen para recordar el fin de la dictadura, la Transición, la llegada del Estado social y democrático de Derecho que promulga nuestra Constitución y los “50 años de España en Libertad”. Pero seamos conscientes, siguiendo los sabios consejos de Nicolás Sartorius, que "los derechos no se heredan" por lo que tenemos que seguir defendiéndolos cada día y hoy aún más, ante el crecimiento de la extrema derecha.

Conferencias, debates, documentales, obras de teatro, exposiciones, libros, artículos periodísticos, música, poesía… Aprovechemos el enorme potencial creativo de la sociedad española para fortalecer nuestra democracia y desterrar cualquier tipo de totalitarismo. Y como objetivo prioritario, intentemos llegar y transmitir estos valores a la juventud, que es la que ha de garantizar un futuro en paz y libertad.

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