Opinión | EDITORIAL

La falta de sanitarios golpea a Aragón

La realidad del sistema sanitario es cada vez más testaruda y no tiene visos de cambiar porque el problema es estructural y tiene su origen en la falta de profesionales, un hándicap que no es exclusivo de la sanidad pero que tienen graves implicaciones en esta área como ha quedado demostrado en los últimos años en la comunidad aragonesa. El consejero del ramo, José Luis Bancalero, anunció el pasado miércoles su intención de implantar un nuevo modelo para la atención a Demanda Urgente en Atención Primaria (DUAP), que se ejecutará en la capital aragonesa. El plan consiste en una reorganización de la Atención Continuada, de forma que serán los centros de especialidades los que asumirían las urgencias de tarde, lo que implicará cambios relevantes para los profesionales pero también para los usuarios que deberán desplazarse a estos centros para ser atendidos.

Uno de los objetivos que persigue Bancalero con la nueva hoja de ruta es mejorar la eficiencia de los recursos humanos disponibles, que son escasos. Por tanto, hacer más con menos es una prioridad en este escenario, pero eso tiene también importantes contraindicaciones, más si cabe cuando afecta a un colectivo que se ha visto golpeado en los últimos años por los efectos de la crisis del covid y que se encuentra en una situación de inestabilidad constante. La propuesta del departamento de Sanidad se ha diseñado con la intención de mejorar la asistencia sanitaria con una perspectiva a más largo plazo y buscar una solución duradera.

Sin embargo, son varias las piedras en el camino que habrá que sortear. La primera de ellas es que la demanda de atención sanitaria va en aumento y que la tendencia es imparable en una comunidad donde ha crecido la esperanza de vida y con elevadas tasas de envejecimiento de la población. La segunda es la reducción de la jornada laboral, que obliga a proveerse de un mayor número de profesionales para hacerse cargo de los pacientes. El tercer escollo es la dispersión geográfica y las dificultades que existen para encontrar profesionales dispuestos a ejercer fuera de la ciudad de Zaragoza o los grandes núcleos urbanos. Y el último y más importante es la grave escasez de profesionales sanitarios, un asunto que se ha agravado en los últimos años y que ha llevado al Ejecutivo aragonés a tratar de buscar soluciones. El propio consejero de Sanidad cifró en más de 1.500 enfermeras y en torno a 250 médicos el déficit de personal en la comunidad aragonesa.

En este contexto se hace acuciante que el Ministerio de Sanidad comience a articular medidas de forma urgente para paliar un déficit que afecta al conjunto de las comunidades autónomas y que resulta más evidente en regiones como Aragón. La alternativa a ello es ver cómo se deteriora el sistema sanitario. Y eso es difícil de explicar y de asumir por parte de todos.

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