Opinión | LA RÚBRICA
‘Piensaplanismo’
La perspectiva humana ofrece una visión despectiva de la realidad. En lugar de distanciarnos, para ojear mejor el entorno, nos ponemos gafas de egoísmo para ver lo que queremos. De este modo, hay dos clases de personas: los egófugos, que expanden su obligado enfoque a los demás, y los egópetos, que filtran con el prisma de su conveniencia el conocimiento que les aporta el medio. Sin distancia no es posible cambiar el plano de análisis. En ocasiones nos alejamos de los problemas, buscando nuevas soluciones. Pero rara vez nos atrevemos a marcar distancia con la propia forma de pensar para ver otras alternativas. Todos tenemos puntos de vista diferentes, pero casi nadie tiene más de uno. Esta inflexibilidad es una fuente de ansiedad. Vivimos con la tensión de adaptarnos a un medio poco amable. Y si estamos a gusto, buscamos mejorar la satisfacción. Estas dos perspectivas garantizan el fracaso del equilibrio psicológico. Ni tenemos la obligación de soportar el sufrimiento de la cruel realidad, ni de superarla como héroes de un falso optimismo. La opción saludable pasa por adoptar una perspectiva de convivencia con lo que no controlamos, y de enfoque panorámico con lo que está bajo nuestro mando.
Como nos orientamos siempre desde la propia perspectiva, perdemos la brújula del comportamiento. Así, terminamos por preguntar en la oficina de seres perdidos si han encontrado el sentido de nuestra vida. Decía el filósofo Bertrand Russell que: «en todos los asuntos, es saludable de vez en cuando colocar un signo de interrogación en cosas que siempre hemos dado por sentadas». Sería muy útil que, de forma habitual, todos nos viéramos como un punto azul pálido en la inmensidad social. Es la perspectiva que mejor relativiza la importancia del ombliguismo comunitario que nos enardece tanto como envilece. Se cumplen treinta y cinco años de aquella foto de la Tierra que tomó en 1990 la sonda Voyager 1, mientras se alejaba en el sistema solar. Deberíamos aprovechar más esa fascinación natural por lo infinito que nos acerca a lo cotidiano. Tenemos una ocasión especial para disfrutar del eclipse total de sol que veremos en Aragón el 12 de agosto de 2026. Sugiero que el Gobierno autonómico declare como festivo en su ámbito la mencionada fecha. Es un buen motivo para recordar la naturaleza original de muchas celebraciones que han sido vampirizadas por las religiones. Aunque la alcaldesa de Zaragoza, de tantas luces que ve como necesita, ha perdido la fe y obliga a currar en Jueves Santo al gran comercio, perjudicando a sus trabajadores, en especial a las mujeres que son mayoría en el sector.
El terraplanismo desvirtúa la belleza natural del Universo, convirtiéndolo en un bulo artificial. Pero el piensaplanismo aniquila la capacidad de perspectiva racional y transforma la elaboración de ideas en una cerrazón aislacionista. Entre la incultura sectaria y conspiranoica del primero y la confabulación antisocial del segundo, se forja una sociedad sin pulso. Frente a estas estrategias del autoritarismo necesitamos una visión paisajista que refuerce la perspectiva para seguir avanzando. Lo hemos visto en Alemania con el ascenso de la ultraderecha, los malos resultados del SPD de Scholtz y la subida de la izquierda Die Linke. Y es que el electorado, en momentos de tensión, prefiere respuestas contundentes. Tras esto, Sánchez queda como la referencia progresista europea. La pugna entre izquierda y derecha ya es la batalla entre democracia y autoritarismo. Este es el reto que tienen la socialdemocracia y sus aliados para liderar, a la ofensiva, la iniciativa de una nueva perspectiva para combatir el fachaplanismo que nos inunda de odio e intolerancia.
El PPplanismo es la perspectiva de un PP que mira más a Abascal que a sus intereses. A Feijóo le cuesta apoyar a la UE, pero si se opone le devoran los ultras. El masoquismo es la estrategia de Génova que pagarán los ciudadanos. El presidente de Aragón pedía 87 millones de euros a Moncloa, pero le cuesta aceptar los 2.124 millones que le da Hacienda, aunque beneficie a los aragoneses. El papanatismo de Azcón denota el menteplanismo de su cortoplacismo relleno de electoralismo. D. Jorge cogerá el dinero mientras corre a morder al Gobierno de España que le da de comer. Su rabia es ver a vecinos, igual de aliviados, a los que señala con el dedo de su odio en dirección a la envidia. Olvida, como dice un proverbio inglés, que «cuando apuntas con el dedo, recuerda que tres dedos te señalan a ti».
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