Opinión | LA GUINDILLA

¿Cada vez hay más?

Es una práctica frecuente decir que «cada vez hay más...», para destacar la gravedad de un determinado problema social: «cada vez hay más pobreza», «cada vez hay más desigualdad», «cada vez hay más violencia contra las mujeres»...

A veces es cierto que «cada vez hay más». Pero, otras veces es sólo el intento de lograr un titular en los medios. La gravedad de la pobreza, de las desigualdades o de la violencia contra la mujer no es porque «cada vez haya más», sino por la existencia misma de esas situaciones.

Se escucha decir a veces en los medios que «cada vez más personas necesitan acudir a los bancos de alimentos». Según las estadísticas europeas –AROPE–, el porcentaje de población en riesgo de pobreza en España ha bajado 2,5 puntos en la última década (22,2% en 2014, 19,7% en 2024); y la carencia material severa otro tanto (10,7% en 2014, 8,3% en 2024). Aunque en Aragón estos porcentajes se han incrementado en los dos últimos años. Quienes defendemos la dignidad de las personas seguiremos preocupados mientras haya personas en riesgo de pobreza o que sufran carencias materiales severas. Aunque no haya «cada vez más».

Los datos también dicen que la desigualdad –al menos en términos económicos–, se va reduciendo en España. El Índice GINI, principal indicador europeo para medir la desigualdad, bajó de 34,7 en 2014 a 31,5 en 2023. El otro indicador de referencia, el 20/80, alcanzó en 2015 su máximo, 6,9 puntos, y bajó a 5,5 en 2023. Pero no necesitamos decir que «cada vez hay más desigualdad» para rebelarnos al ver personas que viven en la opulencia –algunas por el simple hecho de haber nacido en determinada familia–, mientras otras que se esfuerzan día a día en trabajos penosos y mal remunerados, viven situaciones de privación.

En mi etapa en el Albergue de Transeúntes de Zaragoza, todos los años alguna entidad lograba titulares en los medios diciendo que «cada vez hay más personas en la calle», que «cada vez hay más mujeres» o «cada vez son más jóvenes». Las series de datos anuales que registrábamos en el Albergue de Zaragoza no decían eso casi ningún año. Desde hace 28 años, sigo viendo, año a año, titulares como esos. Si hubiera habido dos o tres personas más sin hogar cada año, hoy en las calles de Zaragoza habría 60 ó 90 personas más. Si hubiera habido cada año dos o tres mujeres más, ahora habría 60 ó 90 mujeres más en la calle. Y aunque solo se hubiera reducido un año la media de edad de las personas sin hogar, hoy serían 28 años más jóvenes, de media, que en 1996. Pero nada de eso es así.

No necesitamos decir que cada vez hay más personar sin hogar, que cada vez hay más mujeres o que cada vez son más jóvenes, para sentirnos interpelados al ver personas que viven en la calle en condiciones inhumanas y reclamar que las instituciones multipliquen sus esfuerzos para asegurarles una vida digna.

Además de no responder a la realidad, el cadavezmasismo puede ser contraproducente. Por ejemplo, si nos empeñamos en decir que «cada vez hay más violencia contra las mujeres», no sólo estamos afirmando algo muy matizable, sino que nos puede llevar al desánimo y a desconfiar de las medidas existentes para luchar contra esta lacra. Porque, si todo lo que se está haciendo no funciona, ¿por qué mantenerlo?

Hay muchas formas de violencia contra las mujeres; las más graves con consecuencia de muerte. El pasado año 48 mujeres murieron asesinadas por sus parejas o exparejas. Son menos que en años anteriores. No hay cada vez más, pero eso no impide que nos rebelemos y sigamos analizando qué ha fallado o qué más podemos hacer para evitarlo.

Que las estadísticas reflejen, en ocasiones, un aumento de las denuncias no significa necesariamente que «cada vez haya más violencia contra las mujeres», sino quizás, digo quizás, sea debido a la mayor sensibilidad, a la mayor repulsa hacia los maltratadores y los mayores recursos institucionales, aunque aún sean insuficientes.

Es difícil ver el efecto de las medidas de prevención. Nos da rabia ver que una medida no ha funcionado y se produce una muerte que se podría haber evitado; pero ¿cuántas se habrían producido si no hubieran existido esas medidas?

Debemos mantener una lucha permanente contra la violencia de género. Pero no porque «cada vez haya más», sino porque es indigno que exista una sola mujer que tenga que sufrir violencia. La sensibilización, las medidas policiales o judiciales, las medidas de prevención o protección, podrán ser insuficientes, pero no necesariamente ineficaces. Porque, gracias a ellas, por suerte, no es verdad que «cada vez haya más».

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