Opinión | EDITORIAL
Cincomarzada para renacer
El parque Tío Jorge de Zaragoza volvió a vivir ayer una Cincomarzada como las de antes. Siempre multitudinaria, siempre reivindicativa, pero con una sensación especial de que había más gente, mejor ambiente y más movimiento vecinal que nunca en un momento en el que la reflexión pasa por si hay relevo generacional en los barrios y distritos de la ciudad, de si la calle lleva demasiado tiempo dormida. Será por el buen tiempo que hizo, porque no ha caído en puente festivo este año o porque el día invitaba a pasar por la segunda fiesta más populosa de la capital aragonesa, pero la sensación y las cifras son de récord absoluto de asistencia. Además de la percepción generalizada de que no solo todo el mundo tiene cabida en esta fiesta sino que, esta vez sí, muchos querían tener un espacio en ella. Atrás quedan las batallas del pasado que siempre dejaron a alguien fuera, ya sea por los conflictos con las peñas de la ciudad, la polémica con los feriantes por el cobro de tasas abusivas, el enfado por si la cita debía ser siempre en el parque Tío Jorge o rotar por otros parques o por una larga retahíla de vaivenes en la siempre complicada relación entre las asociaciones vecinales y el Ayuntamiento de Zaragoza. Es verdad que este año los grandes ausentes han sido los Cabezudos, pero hasta en el recuerdo por el vacío que dejaban, sobre todo de los más pequeños, estaban presentes de alguna manera. La casualidad ha querido que hace solo un año la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, anunciara su intención de declarar Bien de Interés Cultural a la comparsa municipal y 365 días después esté enfrentada a las de los distritos por un pago girado «por error» desde el consistorio. El destino es caprichoso a veces.
Una jornada como la de ayer invita a la ilusión en el movimiento vecinal. Hay esperanza de cara al futuro, las reivindicaciones están muy presentes y suenan con más fuerza cuantas más voces las entonan y, sobre todo, cuantas más personas las escuchan. Porque quizá la Cincomarzada 2025 ejerza de una caja de resonancia que espolee a esas nuevas generaciones de los barrios para que cojan las riendas de un sentir popular que sigue vivo, aunque a veces su silencio haya sido ensordecedor. Quizá ese altavoz acabe retumbando en la casa consistorial y alguien se digne a poner fin a tantos años de ausencia de, por ejemplo, la alcaldía de la ciudad. Natalia Chueca no es la primera que no va, otros tampoco lo hicieron durante años. Es una fiesta populosa que no da demasiados votos porque la reivindicación siempre es protesta y crítica, y es más difícil poner buena cara al mal tiempo. Quizá esas cifras de récord inviten a reflexionar a la clase política que lleva años denostando esta cita tan importante de Zaragoza, aunque otros no fallan nunca. Y es que en estos tiempos de tanta polarización, es absurdo interpretar que esta celebración va más con unas siglas que con otras, o que se tienda a desdeñar la fuerza que tienen los vecinos cuando se arremolinan a favor de una misma idea. La Cincomarzada ya no es una oportunidad para comer y beber en el parque, eso ya es pasado. Es una jornada de convivencia, unidad, de diversidad y multiculturalidad. Es un punto de encuentro que no necesita ubicarse, como otros grandes eventos, en la plaza del Pilar para tener éxito. Es la mayor pancarta que se puede desplegar, una vez al año, en Zaragoza. Es, en definitiva, un lugar de todos y para todos.
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