Opinión | EL COMENTARIO

8 de marzo: la igualdad de género, una deuda pendiente y un compromiso ineludible

La igualdad de género es un principio fundamental en cualquier sociedad democrática avanzada y un pilar esencial para la construcción de comunidades justas, inclusivas y sostenibles.

A pesar de los avances normativos y sociales logrados en las últimas décadas, las brechas de género siguen siendo una realidad persistente, afectando estructuralmente a las mujeres en todos los ámbitos de la vida.

Esta situación es especialmente preocupante en el caso de las mujeres jóvenes, quienes enfrentan desafíos adicionales en su desarrollo educativo, profesional y social. Ante esta realidad, es imprescindible que las instituciones públicas adopten un compromiso firme y decidido con políticas que garanticen la equidad y fomenten la participación de las mujeres en sectores estratégicos.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos recuerda anualmente la deuda histórica que las sociedades tienen con la igualdad real y efectiva. Las mujeres continuamos encontrando obstáculos en el acceso al mercado laboral, enfrentando dificultades en la conciliación entre la vida personal y profesional, padeciendo una brecha salarial persistente y viendo limitada nuestra promoción a puestos de liderazgo. Estas barreras se suman a la infrarrepresentación de mujeres en sectores clave como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, lo que restringe su participación en el desarrollo económico y tecnológico.

El 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, también pone en evidencia una de las desigualdades más arraigadas: la escasa presencia femenina en los ámbitos científicos y tecnológicos. Según datos de la Unesco, solo el 33,3% de las investigadoras en el mundo son mujeres, con cifras aún más bajas en disciplinas como la informática y la ingeniería. La falta de referentes femeninos, la perpetuación de estereotipos de género y la ausencia de incentivos específicos han contribuido a esta desigualdad estructural, que impide el pleno aprovechamiento del talento femenino.

En Aragón, esta problemática no es ajena. Las jóvenes aragonesas enfrentamos un doble desafío: acceder a una educación en igualdad que nos permita participar en sectores estratégicos y, al mismo tiempo, disponer de condiciones adecuadas para nuestro desarrollo académico, científico y profesional. Es imprescindible garantizar el acceso a oportunidades formativas, becas y programas de apoyo que fomenten la inclusión en disciplinas STEM y permitan romper barreras históricas.

El acceso a un empleo de calidad sigue siendo un reto para la juventud, impactando especialmente a las mujeres jóvenes, quienes enfrentan barreras tanto por su edad como por su género. La precariedad, la temporalidad y la brecha salarial limitan las posibilidades de acceder a carreras profesionales estables y bien remuneradas. Es urgente que en Aragón se diseñen políticas públicas que incentiven la contratación y promoción del talento femenino en sectores estratégicos, particularmente en innovación, investigación y desarrollo tecnológico.

Ante esta situación, el Gobierno de Aragón debe asumir un compromiso firme con la equidad en educación, ciencia y empleo, asegurando que las futuras generaciones de mujeres puedan desarrollar su talento en igualdad de condiciones.

La diversidad y la inclusión no solo son valores fundamentales en una sociedad democrática, sino también una oportunidad para fortalecer la competitividad y el desarrollo de Aragón.

La equidad de género no es solo un ideal, sino una necesidad para el progreso y la justicia social. Impulsar políticas públicas eficaces permitirá construir una sociedad más igualitaria, en la que las mujeres jóvenes podamos desarrollar nuestro talento sin barreras ni discriminación. Es hora de transformar las palabras en acciones y consolidar un futuro en el que la igualdad sea una realidad tangible y no una promesa incumplida.

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