Opinión
Una semilla en el parque Tío Jorge
La Cincomarzada de este año quizá signifique el resurgir de un movimiento vecinal al que el Gobierno municipal no siempre ha tratado como merece

Miles de personas llenaron el parque Tío Jorge el pasado miércoles durante la Cincomarzada. / Miguel Ángel Gracia
La Cincomarzada de este año invita a la ilusión en una Zaragoza que quizá necesita más calle y menos redes sociales para que se le escuche. Porque hay una importante diferencia entre oír y escuchar que radica en la atención que se presta a lo que se dice, a no tratar con un simple sonido lo que llega a los oídos , sino mensajes cargados de argumentos, muchas veces de razón, que se aleja de la bronca y el fango con el que suele cubrir el salón de plenos.
Recuerdo con cierta tristeza aquellas sesiones en las que, como el reglamento municipal obliga, se les daba la oportunidad de pronunciarse desde el público a cualquier colectivo que quiere aportar algo a la moción que se va a debatir y muchos concejales aprovechaban para irse a comer algo. En ocasiones, dejando a esa asociación vecinal en una estruendosa soledad en el lugar donde se deciden las cuestiones importantes para su ciudad o su barrio.
Creo que son pequeños detalles que han acabado haciendo mella en un movimiento vecinal que lleva unos años arrastrando la pesada losa de la polarización política y la tendencia de los partidos a simplificar sus discursos o ridiculizarlos como quien espanta a una mosca molesta mientras come. Le han perdido el miedo, a veces incluso el respeto, y les han llegado a tratar como simples marionetas en manos de otros partidos.
El movimiento vecinal no se merece ese trato. Ninguno de los nombres que a lo largo de la historia han sido altavoz y defensores de los distritos, y son muchos en Zaragoza, merecen esa respuesta de quienes representan a los zaragozanos en el ayuntamiento. Y en esa actitud quizá también radique el problema sobre la falta de un relevo generacional que tome las riendas de quienes durante décadas lo hicieron.
Por eso la Cincomarzada del pasado miércoles quizá signifique algo más que llenar por un día el parque Tío Jorge. Porque llega tras las encendidas protestas en Valdefierro para no perder su línea 24 o la rebelión en Hispanidad para que no levanten cientos de pisos donde más les duele a ellos. O de que muchas entidades protesten por un presupuesto que ni entienden ni comparten.
Quizá este 5 de marzo sea la semilla de un resurgir que Zaragoza y este Gobierno en solitario del PP necesitaban, recuperar esa sensación de que juntos pueden conseguir más, de que sus quejas no son las de unos pocos ni tienen siglas. O de que, en definitiva, el movimiento estaría dormido pero sigue vivo.
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