Opinión | EL ARTÍCULO DEL DÍA
Defensa y armamento
El presidente estadounidense Donald Trump, con la sensibilidad de un hipopótamo, ha conminado a los Estados miembros de la OTAN a emplear el 2% del PIB en defensa, esa es la palabra que se utiliza. Cuando ocupó la Casa Blanca (2016-2020) ya amenazó a los miembros de esa organización con no defenderlos en caso de ser atacados si no destinaban ese dinero que exigía a defensa.
Ciertos temas tienen una especial complicación a la hora de ser planteados a la opinión pública. Para expresar de una forma simple lo que significan en política se les solía englobar en el grupo de los denominados ministerios de Estado, y el de Defensa es uno de ellos. El presidente estadounidense está empeñado en que hablemos de defensa, aunque algunos creemos que no es así, que no quiere tratar ese tema ya que lo que de verdad le interesa es el armamento, y cuando afirma que debemos emplear el 2% de nuestro PIB en defensa lo que está queriendo decir es que lo gastemos en armamento y, especialmente, en el fabricado en los EEUU.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial el que había sido hasta entonces el gran problema del mundo, el nazismo, dejó de existir, al menos políticamente. El presidente Harry Truman no tardó en identificar al nuevo enemigo de occidente: el comunismo. Para hacer frente a quienes se definían como tales se construyó una alianza militar, la OTAN (NATO en inglés: North Atlantic Treaty Organization) el 4 de abril de 1949 con la firma de 12 estados. Con la voluntad hegemónica de los EEUU y la tranquilidad de verse protegidos por el gigante americano, en Europa se dejaron querer y año a año fueron escatimando dinero para la defensa. Sin embargo, en la cabeza de alguno de los padres de la hoy Unión Europea sí había una cierta inquietud por crear algo exclusivo en temas de defensa, y así nació la UEO, en 1954.
Para no plantearlo como una iniciativa que pudiese sonar a cierta ruptura se formalizó con una premisa muy clara: la vinculación a la construcción europea (entonces solo CECA) encuadrándolo en las políticas económicas. Como condición para integrarse en ella se estableció la necesidad de ser miembro de la OTAN, doble pertenencia, por tanto. Como se disolvió en 2011, España aún pudo integrarse en la UEO, pocos años, tras ingresar en la CEE en 1985, ya que el tratado de adhesión a la OTAN lo firmamos el 30 de mayo de 1982 (con un referéndum, que resultó de ratificación, el 12 de marzo de 1986). En los años en los que estuvo en funcionamiento la UEO no se avanzó apenas ya que todas sus misiones estuvieron subordinadas a la estructura militar de la OTAN, que siempre puso dificultades en su desarrollo hasta que consiguió su disolución.
Otro intento europeo de disponer de una organización militar con cierta autonomía fue la creación de una gran unidad con voluntad de estabilidad y operatividad. El embrión nace en un tratado de cooperación militar creado en 1963 entre Francia y Alemania, que en 1987 da a luz una Brigada transformada después en Cuerpo de Ejército (Eurocuerpo suele ser la denominación habitual) en 1992 y se estableció en Francia, en Estrasburgo, ciudad con un gran simbolismo europeísta. Los dos Estados fundadores dieron opción a otros a incorporarse, lo que hicieron tres: España, Bélgica y Luxemburgo. Entre la UEO y el Eurocuerpo hay notables diferencias, de las que debemos destacar una fundamental: en Estrasburgo hay un acuartelamiento con tropas y medios de esos cinco Estados de forma permanente, con capacidad de intervenir rápidamente.
Equiparar defensa con armamento, como quiere hacer Trump, es inexacto. España está a la cola de los 32 Estados miembros de la OTAN en porcentaje de PIB dedicado a defensa, pero la contribución española a la seguridad occidental es muy superior a otros países. Las bases en suelo español y los medios y personal dedicados a misiones de paz son notables y tienen que ser valorados. La operatividad de nuestras FAS es elevada, muy superior a la de otros estados atlantistas.
En estos momentos es difícil tomar decisiones por acuerdo de todos los miembros de la UE, con Hungría como gran ariete en contra. Especular con salirnos de la OTAN es un sueño que muchos, al menos en España, pueden tener sabiendo que es inviable, una utopía. ¿Qué hacer? Preparar sobre el papel decisiones de futuro: fabricación conjunta de armamento; compra colegiada de municiones e impedimenta; diseño de cuarteles generales y, con base en el Eurocuerpo, tener prevista la creación de otras grandes unidades. Todo a medio y largo plazo, pero sin demora, que se sepa que estamos trabajando en estos diseños.
No lo podemos olvidar: al matón del patio de colegio solo lo para otro más fuerte, o que él piense que lo puede ser. Y los europeos hemos sido capaces de crear una estructura política, la Unión Europea, para superar viejas rencillas y dejar de dirimir nuestros conflictos con el recurso de las armas y las guerras. Esa es nuestra fuerza, y es mucha, pero, por favor, no confundamos defensa con armamento.
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