¿Dónde está el hub de Defensa?

Uno de los proyectos estratégicos de Aragón para los próximos años parece varado por causas desconocidas y parapetado en algún recóndito cajón del Pignatelli. Al final va a empezar a levantar sospechas. Se trata del hub de Defensa por el que el Gobierno de Jorge Azcón apuesta fuerte para que las inversiones empresariales aterricen en un territorio que tradicionalmente ha estado muy ligado a la actividad armamentística y al Ejército.

Se anunció a bombo y platillo y se llevó directamente a Madrid, al despacho de la ministra de Defensa, Margarita Robles, para que mostrara su apoyo incondicional a Aragón y su apuesta de futuro que hoy, varias semanas después de aquella foto, ha adquirido una relevancia nacional e internacional insospechada. También lo presentó en Bruselas, ante el Parlamento europeo.

Pero ahora que todos los partidos políticos en España se ponen a hablar de aumentar el gasto destinado a la defensa y al rearme en el Viejo Continente, el proyecto aragonés parece en paradero desconocido. Incluso llegó a tener fecha para su lanzamiento oficial, una presentación fijada el mismo día del tercer aniversario de la guerra de Ucrania. Se acabó cancelando a última hora por cuestiones que no se han explicado demasiado y se aplazó sine die una foto de familia que quizá hoy no sería el mejor regalo que podría hacerle Jorge Azcón a su líder estatal, Alberto Núñez Feijóo. Y con los quebraderos de cabeza que ya le dan otros, como Carlos Mazón, tampoco está Génova para nuevas tensiones.

Pero Azcón iba en serio con este proyecto del hub de Defensa. Con y sin debate sobre la necesidad de aumentar el gasto en armamento y defensa por una cuestión de seguridad, a la apuesta aragonesa no se le puede negar el olfato y el don de la oportunidad. Las empresas que se dedican a la fabricación coinciden en que en poco tiempo aumentarán de forma notable las necesidades de los países de dotarse de más y nuevos medios para defenderse en un contexto geopolítico de máxima alerta y riesgo. 

También lo contemplaba, por ejemplo, la empresa Instalaza para justificar su necesidad de abandonar sus instalaciones de la céntrica calle Monreal de Zaragoza, y sus valiosos suelos, para trasladarlas a los terrenos del antiguo polvorín de Cadrete. En busca de más espacio y nuevas y mejores instalaciones para conseguir una producción que necesariamente tendrá que crecer. Y claro, habrá que hacer pisos para costearlo. ¿Cuántos? Pues es cuestión de echar números, que también es una oportunidad única. n 

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