Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Ministra y compañera

La elección por amplia mayoría de Pilar Alegría como secretaria general y futura referente del PSOE aragonés pone el foco de atención en el recorrido y porvenir de esta política zaragozana, actual ministra portavoz del Gobierno de Pedro Sánchez.

Una carrera, la suya, caracterizada por la progresión de un éxito que prácticamente le ha sonreído a partir de sus primeros compases. Sus candidaturas, campañas, victorias y nombramientos, desde el escaño de diputada a la Delegación del Gobierno y al Ministerio de Educación, avalan una trayectoria tan ascendente como interesante en sus etapas de formación y consolidación.

Pilar Alegría es una política profesional, con sus ventajas y sus desventajas. Ventajas, las del conocimiento y gestión de su partido y la de su completa dedicación a los cargos públicos que, gracias a sus siglas y capacidad personal, viene ocupando. Desventajas, la de deberse en primer término a los argumentarios de una ideología partidista cuyos intereses no siempre coinciden con los de Aragón.

Son muchos, por desgracia, los ejemplos de políticos profesionales de los dos grandes partidos que han actuado y votado en contra de las necesidades generales, mayoritarias, de una comunidad autónoma a la que deberían representar con mayor celo. Así, en los albores de la Transición, votaron en contra de la autonomía plena. Así, más adelante lo harían a favor del trasvase del Ebro o en contra de la reforma del Estatuto de Autonomía. Así, parecen dispuestos ahora a conceder a Cataluña una autonomía económica, tributaria, financiera y aduanera claramente lesiva para la economía aragonesa, que se vería obligada a competir en desigualdad de condiciones frente al privilegiado vecino.

Esa estrategia socialista de gobernar con el permiso de Junts, bajo su chantaje y presión, se alzará como principal obstáculo frente a una Alegría que aspire a erigirse en líder aragonesista. Puede, naturalmente, no desearlo, y conformarse con la obediencia debida a Sánchez como principal bandera a defender en su futuro quehacer, pero difícilmente por ese camino conquistará la Diputación General. Encontrar una vía intermedia entre la representación o portavocía del Gobierno central y las demandas de su circunscripción será, entre otros, su reto a superar.

Talento e imagen tiene. Voluntad, ya se verá.

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