Opinión | erre que erre
Ascaso: una pequeña muestra

La era de Ascaso es la sede de las proyecciones de la muestra de cine. / MUESTRA DE ASCASO
Cuando los presentadores de la gala de Aragoneses del Año 2024 anunciaron que el premio de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN en el apartado de Cultura era para la Muestra de Cine de Ascaso, muchos de los asistentes se sorprendieron de que los lectores hubieran votado mayoritariamente esa candidatura y no a los otros nominados, más de masas: el festival Vive Latino, el director de la película ‘La Estrella Azul’, Javier Macipe, o la escritora zaragozana Sara Barquinero que arrasaba entonces con su novela ‘Los Escorpiones’. Después de que el director del festival de cine más pequeño del mundo hablara en el auditorio y diera las gracias, todos lo entendieron y aplaudieron a rabiar.
Incluidos el presidente de la Diputación de Huesca, Isaac Claver, y el director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Pedro Olloqui, (que allí estaban) y que unos pocos meses después acaban de cortar las pequeñas ayudas económicas que recibía esta muestra y que ponen al borde del cierre la misma. Igual este verano, después de 14 ediciones, puede ser la última si nadie lo impide. Esos políticos tienen otra visión de la cultura, ya se está viendo, suprimiendo actividades pujantes, como si todo fuera Goya y jotas.
Porque lo que los lectores de EL PERIÓDICO saben, y por eso votaron para darle el premio, es que la cultura puede revertir el fenómeno de la despoblación y para eso nació la Muestra de Ascaso, para llevar cine a un pueblo abandonado (abandonado por las administraciones) y reclamar cosas importantes. Desde 2012, cuando solo vivía una familia que estaba a punto de irse a Boltaña, Ascaso ha visto cómo se han rehabilitado cinco casas y viven 11 personas. Solo queda una vivienda por arreglar. Pero además, se ha devuelto la electricidad con una central fotovoltaica, el agua corriente, y se ha asfaltado la pista de tierra que había para acceder al pueblo. La Muestra de Cine de Ascaso ha servido de motor de repoblación.
Es una pequeña muestra de que con el voluntariado y el asociacionismo se puede hacer cultura de calidad (porque la muestra es todo un referente nacional) y se puede generar riqueza para un territorio. En Aragón hay más ejemplos de esta unión despoblación-cultura, como la iniciativa ‘Pueblos en arte’ de Torralba de Ribota, en Zaragoza, o la apuesta del escultor José Azul, que ha llevado su reconocido trabajo a su pueblo, Burbáguena, en Teruel, por poner solo dos ejemplos.
Quienes crean y conservan la cultura son las personas. En Ascaso, una idea lo cambió todo. Miguel Cordero, Néstor Prades y más de un centenar de voluntarios, con el apoyo de las administraciones y de alguna empresa privada, han logrado resurgir a un pueblo. La voluntad, el cariño y la calidad del proyecto y de las personas de Ascaso debe estar por encima de los gustos políticos. Si Aragón es tierra de cultura, como dicen ahora, ¿dónde está Ascaso?
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