Opinión | EDITORIAL

El PSOE aragonés estrena un cambio de ciclo

El nuevo PSOE aragonés liderado por la ministra Pilar Alegría ya está en marcha. Tomó el mando como secretaria general del partido ante una Sala Multiusos abarrotada y dando forma y argumentario a un nuevo ciclo en el que todos, al menos en apariencia, parecen ilusionados. En su proclamación estuvo arropada por una amplia representación del Consejo de Ministros, con dos presidentes como Salvador Illa y María Chivite cuya presencia transmite siempre en Aragón una honda connotación por lo que representa la convivencia con los gobiernos navarro y catalán en los últimos años (más por los apoyos políticos que reciben sus compañeros de partido que por lo que ellos mismos defienden), y hoy llega el gran líder nacional que es la marca y la impronta que ahora se asienta en la comunidad aragonesa en la figura de la política nacida en La Zaida. El Congreso socialista, la proclamación y la puesta en escena es toda una declaración de intenciones, es la demostración de que empieza una nueva era y que el rival a batir en sus filas vuelve a ser el PP y el presidente Jorge Azcón, no las cuitas internas. Que el objetivo es volver a ganar las elecciones en 2027 y dos mensajes claves que le acompañarán en esta travesía con la mirada puesta en el edificio Pignatelli, sede del Gobierno aragonés: uno, «dejarse la piel» para volver a vencer en las urnas, y otro, «no os voy a fallar».

Y es que este cambio de ciclo, con Javier Lambán ausente, es un gran reto para la ministra y portavoz del Gobierno de Sánchez que antes fue delegada del Gobierno, candidata a la Alcaldía de Zaragoza, consejera de la DGA, diputada en las Cortes de Aragón y en el Congreso... Ahora toca manejar las riendas de un partido al que se daba por roto hace pocos meses y ahora parece recuperar la sonrisa de la militancia, la alegría, y mantener a raya a quienes quieran tambalear su silla de aquí a las elecciones de 2027 que quiere ganar y que dice que cree saber cómo hacerlo. Es cierto que ya derrotó a Azcón en las urnas, cuando ambos peleaban por la Alcaldía de Zaragoza, pero ni el PSOE de entonces era el de ahora en el consistorio y en Aragón, ni el PP de aquel 2019, que trataba de capear la pesada losa de la corrupción de sus compañeros de partido en otros territorios y en la sede estatal de Génova, es el actual. Veremos cómo llegan ambos a esa cita, ahora es como una etapa de romance en el que todo se ve idílico, poderoso y que huele a nuevo.

Llegará el momento de analizar cómo se le da a Alegría la dirección en lo orgánico y la conexión con el electorado. De momento parece estar consiguiendo inquietar al PP aragonés, a la vista de sus constantes ataques antes de su proclamación, y eso ya es mucho en un partido que parecía languidecer desde su derrota electoral en 2023. El tsunami electoral queda ya lejos y ahora toca mover piezas y empezar a mostrar los mimbres y la estrategia de un nuevo PSOE. Empezando por la dirección en el grupo parlamentario, que no debe reducirse solo a una cuestión de nombre o equilibrios con las tres provincias. Es política, hay que marcar prioridades políticas y mensaje. Pero en el corto plazo volverá a tomar protagonismo la faceta orgánica. Llegarán los congresos provinciales y con Huesca de su parte, queda por despejar incógnitas importantes en Zaragoza y Teruel. Y demostrar si el timón socialista está en un nuevo rumbo que cura cicatrices o levanta ampollas.

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